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De ir a probar suerte en Europa a la NBA, la loca vida de PJ Tucker

16:11 07/07/2020 | Jugó por un bolso de dinero en Ucrania, terminó con el dominio del Maccabi en Israel, se divirtió en Puerto Rico y volvió. La historia de un grande.

Tucker lo vivió todo (Foto: NBA)

Empieza el juego y la pelota se va afuera. Saca Russell Westbrook, recibe James Harden y rompe hacia el eje. La defensa se cierra, rota y se ajusta a la penetración. En medio de todo eso hay un compañero solo en la esquina derecha. Levanta las manos y salta para que lo vean. El número 13 lo detecta y con celeridad se la pasa. Le llega la pelota, lanza y anota un triple para inaugurar el marcador. El involucrado es PJ Tucker y esa es la especialidad de la casa.  

Su físico es más similar al de un jugador de fútbol americano que al de un basquetbolista. No salta mucho, tampoco es alto para su posición. Pero es tan fiable como pudiera serlo. Defensa, triples, intensidad y personalidad para un equipo que lo demanda todo el tiempo. En el poste bajo es la mayor referencia de Houston Rockets y su camino a la gloria fue tan duro como sus actuales luchas contra pivotes de más de 2,10.  

Búsqueda de la felicidad 

Las razones son múltiples. Nació en Raleigh, North Carolina, un 5 de mayo de 1985. Desde pequeño fue una fuerza física, más que atlética. Su papá, Anthony Tucker, fue un soldado de la armada norteamericana y siempre le demandó disciplina y esfuerzo en ambos costados de la cancha.  

Así fue que se convirtió en uno de los principales nombres de William G. Enloe High School en su época de secundaria, en donde lo eligieron el jugador del año del estado en 2002. En ese entonces conoció a otro chico de North Carolina que prometía bastante. Su nombre era Chris Paul y juntos hicieron un pacto: ambos intentarían jugar en Wake Forest University 

Sin embargo, la prestigiosa universidad le dijo que no y se quedó con Chris Paul. ¿La razón? Tenían miedo de que PJ no sea elegible por sus bajas notas. Afortunadamente, en ese mismo momento apareció Rick Barnes, el entrenador de Texas University. Sus primeras palabras hacia Tucker fueron: “¿Estoy acá para reclutar a un jugador de básquet o a un tacleador ofensivo de fútbol americano?”.  

Nuevos pasos  

Barnes vio en Tucker un chico con una confianza única. Esa personalidad lo distinguía del resto de los chicos de su edad. Pero le faltaba pulir el diamante y la clave era desarrollar un lanzamiento confiable de media y larga distancia. Ambos aceptaron el reto y comenzaron a trabajar en su principal herramienta, la que le daría de comer hasta el día de hoy.  

Su etapa en Texas fue grandiosa, pero turbulenta. La principal razón fueron sus notas, aquellas por las que Wake Forest había tomado la decisión de no reclutarlo. En su segundo año casi no pudo jugar por no alcanzar el promedio mínimo establecido por la NCAA para todos aquellos miembros de equipos deportivos.  

A pesar de eso, se dio el lujo de compartir equipo con otra estrella de la NBA, LaMarcus Aldridge, y de crecer sin parar, en pos de buscar una carrera en el básquet profesional. En su tercer año explotó y fue elegido el jugador del año de la conferencia PAC 12 e integró el segundo equipo ideal de la nación.  

Ese último lustro tuvo un motivo y un porqué, ya que Tucker no estaba seguro de seguir una temporada más en Texas. Todo se maximizó un día que llegó un tal Kevin Durant, quien fue a conocer a su futuro equipo cuando todavía era un chico de secundaria. En medio de la visita jugó un par de partidos con el conjunto de esa época y, simplemente, les dio un baile a todos. “¿Para qué necesita pasar por la universidad este pibe? Ahí me di cuenta que esto ya terminó para mí", confesó PJ, quien luego de esa experiencia decidió presentarse al Draft de la NBA. 

Corría el 2006 y Tucker fue drafteado por Toronto Raptors en el pick 35. Su etapa en Canadá no fue la ideal y su tiempo en cancha era escaso. Ni siquiera podía tener tiempo para entrenarse. Dejó de preocuparse tanto que incluso dudó de que el básquet fuera para él. Finalmente, los dinosaurios renunciaron a sus derechos tras haber disputado apenas 17 partidos, con promedios de 1.8 puntos.  

Lo etiquetaron como Tweener, un modismo que usan en la NBA para hacer referencia a alguien que no es lo suficientemente grande como para jugar en la pintura ni lo suficientemente rápido como para atacar desde el perímetro.  

Hora de un cambio 

Inmediatamente después de eso, Tucker llamó a su agente y le dijo seis palabras que cambiaron su vida para siempre: “Buscame el mejor trato en Europa”. Con incertidumbre y ninguna certeza llegó a Israel, en donde defendió los colores del Hapoel Holon. Esas dudas se disiparon al instante y en la cancha volvió a ser el mismo de siempre. Lo eligieron MVP al final de la temporada y el equipo se coronó campeón de la liga nacional, rompiendo una racha de 14 años de dominio del Maccabi Tel Aviv.  

Después fue a Ucrania, Grecia, Italia, Puerto Rico y Alemania. En sus cinco años como turista de la naranja mejoró en todos los aspectos posibles. Se convirtió en un letal tirador, aprendió a moverse sin la pelota y supo cómo posicionarse y ocupar su cuerpo para sacarle mayor provecho a pesar de su corta altura.  

PJ estaba sumamente cómodo en Europa y no quería volver nunca más a la NBA. Pero un llamado lo cambió todo. Phoenix Suns se comunicó con su agente. La franquicia de Arizona quería que Tucker juegue con ellos en la Summer League de 2012. Su primera respuesta fue negativa, pero su representante le rogó que acepte la propuesta. Día tras día intentó convencerlo hasta que una mañana le dijo que sí.  

La metamorfosis 

Para cuando PJ regresó a Estados Unidos, la NBA había evolucionado. Los tweeners que podían desempeñarse en múltiples posiciones sin destacarse en ninguna eran ahora necesarios. El tiro, el posicionamiento, la defensa y la agresividad de Tucker eran algo que todos los equipos de la liga querían y deseaban.  

Su preponderancia le permitió convertir un acuerdo parcialmente garantizado en un contrato de tres temporadas en 2014, apenas dos años después de haber dejado toda su gloria en Europa. En los Suns se mantuvo hasta 2017 y luego fueron los propios Raptors los que lo repatriaron. Más tarde en ese mismo periplo llegaron los Rockets, quienes vieron en él un potencial inmenso.  

PJ Tucker terminó firmando al final de la temporada 2016/17 un contrato de cuatro años y 32 millones de dólares con Houston. Su sueño de ser un jugador de la NBA volvió para premiarlo y hasta hoy, con 35 años, se mantiene en lo más alto de la liga.  

Uno en un millón 

Como una empresa soportó pérdidas, como una mariposa evolucionó y como un boxeador se levantó y golpeó en el momento adecuado. Convirtió sus defectos en herramientas, remodeló la etiqueta prejuiciosa que le pusieron en sus primeros años y modificó la percepción que siempre tuvieron de él. Con agresividad, inteligencia y carácter consiguió objetivos. La vida lo condecoró. Él enseñó. Todo llega. Hay que tener paciencia.   

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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