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Como suele suceder con la familia Ball, se montó todo un show para que LaMelo presentara sus zapatillas MB1 de la marca Big Baller Brand, de la cual su padre es el mánager. Las lanzó y promocionó a través del magazine SLAM y la noticia se viralizó rápidamente. Su precio de venta será de 395 dólares, es decir 6798 pesos argentinos.

Más allá de lo pintoresco de ser el primer jugador de instituto en tener sus propias zapatillas, esta particularidad podría jugarle realmente en contra en el futuro cercano: el básquet universitario estadounidense (NCAA) prohíbe expresamente que cualquier jugador inscripto en la competición use su nombre para promocionar o anunciar cualquier tipo de producto.

“Nos preocuparemos por ello cuando lleguemos a ese momento. ¿A quién le importa? Si no puede jugar, no puede jugar. Eso no significa que vaya a parar de entrenarse o de hacerse mejor jugador. Quizá en dos años cambien la norma y podrá saltar directamente del instituto a la NBA”, dijo LaVar Ball, despreocupado por un asunto que podría estar en boca de todos en el 2019, cuando esté en edad de disputar la NCAA.

No obstante los dichos del padre, LaMelo tiene el objetivo de jugar en la Universidad de Los Angeles, UCLA, tal como lo logró su hermano Lonzo y lo está haciendo LiAngelo, el Ball del medio. Para ello, LaVar deberá frenar el negocio con su hijo menor. El más chico de los hermanos tiene una enorme reputación en Estados Unidos y es un fenómeno en las redes sociales: está cerca de los dos millones y medio de seguidores en Instagram.