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Tal como viene siendo la norma en los últimos años, Boca tuvo otra temporada muy complicada en la Liga Nacional, en la que tuvo que penar hasta último momento para evitar luchar por la permanencia. Sin embargo, un buen sprint final le permtió no solo alejarse de los últimos dos lugares de la tabla, sino incluso terminar 15° y meterse en playoffs, donde estuvo muy cerca de dar el golpe ante San Martín.

Jugando sin presión y sabiendo que el objetivo primario (mantener la categoría) estaba cumplido, Boca encaró su serie de postemporada con toda la solutra que le faltó a San Martín, segundo mejor récord de la campaña. El Xeneize llegó a tener ventaja de 2-1 y el cuarto partido en casa, aunque se le terminó escapando en un final con polémica y luego no pudo completar la faena en el Fortín Rojinegro, quedando eliminado por 3-2.

Más allá de esa derrota, la sensación fue que la Liga se terminó para Boca justo en el momento donde había encontrado una estabilidad desde todo aspecto: la llegada de Guillermo Narvarte al banco de suplentes marcó un antes y un después para el equipo, mientras que tras buscar muchas alternativas diferentes, finalmente habían conseguido tres extranjeros rendidores en Fotios Lampropoulos (13,7 puntos y 7,3 rebotes), Kevinn Pinkney (10,2 puntos y 5,8 rebotes) y Paul Harrison (10,8 puntos y 6 rebotes).

Con todo eso en mente, la lectura que puede hacerse de cara al futuro tiene dos miradas. La primera pasa por saber reconocer cuáles fueron los factores que le permitieron al equipo conseguir ese buen final de campaña y apostar por repetir y potenciar esa base. Boca no puede permitirse otro cambio de 180 grados en su plantel, como viene realizando torneo tras torneo. De todas formas, el árbol tampoco tiene que tapar el bosque: aún con ese cierre positivo, la fase regular volvió a ser floja y su dirigencia tendrá mucho para replantearse de cara a la 2018/19, si pretende romper con la tendencia reciente del club capitalino.

El principal punto a retocar estará en el costado ofensivo: Boca terminó con el tercer goleo más bajo de la competición (78 puntos de media) y sacando a Lampropoulos y Boccia no tuvo ningún jugador que superara los 10 tantos de media. Para cambiar ese rumbo, está claro que se precisará jerarquía individual y sobre todo, un ojo más fino a la hora de la contratación de foráneos.