Australia 1997: el equipo que de una frustración forjó una leyenda
09:05 23/04/2020 | El seleccionado U22 del Mundial de Melbourne en 1997 tuvo a buena parte de la Generación Dorada. Cayó en semis en un partido increíble y de ahí en más se unió hasta llegar a lo más alto.
En 1996, las selecciones argentinas, tanto de menores como de mayores, cambiaron de entrenador. Se fue Guillermo Vecchio tras un proceso de 4 años y llegó Julio Lamas. En esa época, se estilaba que el entrenador principal lo fuera de las principales selecciones menores también. El último torneo que dirigió Vecchio fue el Panamericano U22 de Caguas, Puerto Rico, donde Argentina consiguió un meritorio tercer puesto, cayendo en un solo partido contra el local 70-69.
El campeón fue Estados Unidos, con un joven de 2.13 que jugaba en la Universidad de Wake Forest y que para muchos iba a ser un fenómeno. Se llamaba Tim Duncan y seguramente no tenía la menor idea de que en ese mismo torneo, en un equipo llamado Argentina, arrancaba un pibe que años después lo ayudaría a conseguir muchas cosas: Emanuel Ginóbili.
La cuestión es que después de Caguas, Vecchio se fue y llegó Lamas para dirigir al U22 en el Mundial de Australia, en 1997. Entre un equipo y otro casi no hubo cambios, pero se dio un hecho que dejó su huella. En las prácticas de preparación para el Mundial, como Lamas estaba armando la mayor para el Sudamericano de Venezuela, al equipo lo entrenó Enrique Tolcachier, y en una etapa en Chile, por mala conducta, dejó fuera del plantel a Andrés Nocioni, que daba cuatro años de ventaja.
Sin Nocioni, el equipo fue a Melbourne, Australia con mucha expectativa, porque en Caguas lo habían hecho bien, pero con la misma incógnita de siempre: ¿qué pasará cuando juguemos contra los europeos? La primera respuesta llegó en el segundo partido: 64-58 a una Turquía donde se destacaba un alero alto, Hedo Turkloglu, otro que luego sería compañero de Ginóbili. Victoriano la rompió en mil pedazos en ese partido (22 puntos)
Argentina tenía mucho talento y dos nombres que se destacan del resto: Fabricio Oberto, un pivote de 2.07 que marcaba diferencias, y Lucas Victoriano, magia pura. En esa época no se estilaba rotar demasiado a los jugadores y por eso el núcleo duro estaba bastante claro. Salvo el primer partido, en el arrancó Luciano Masieri de inicial, los otros partidos eran: Victoriano de base, Leandro Palladino de escolta, Manu Ginóbili de alero, Leo Gutiérrez de ala pivote y Oberto de centro. Pepe Sánchez y Gabriel Fernández eran los fijos en la rotación y el resto casi no entraba: Gabriel Riofrío, el nombrado Masieri, Alejandro Burgos, Bruno Lábaque y un pibito de 17 años que estaba muy verde aun: Luis Scola.
La moral argentina subió alto, pero para variar, demostrando que la paternidad viene de hace tiempo, España los bajó de un hondazo en el siguiente partido, aplastándolos 90-67. En España se destacaba Ricardo Guillén, pero había otros nombres que empezaban a mostrarse, como Jorge Garbajosa, Rodrigo De la Fuente y Berni Hernández.
A pesar de la derrota, el grupo no se cayó. Tenían algo distinto a equipos anteriores. Eran duros de la cabeza, muy detallistas. Pepe Sánchez, líder vocal, venía de jugar en la Universidad de Temple, en Estados Unidos, y de alguna manera había traido las ideas del primer mundo al grupo: buenos hábitos, en el gimnasio, en la preparación, en el entrenamiento. Oberto y varios otros eran destinatarios ideales, porque se habían convertido en esponjas que chupaban todo lo que pasaba cerca para crecer.
Llegó el turno entonces de enfrentarse al local Australia, que tenía a un pivote, Chris Anstey (2.13), que venía dominando el torneo. Tras una primera mitad muy pareja, Argentina sacó de la cancha a Australia en la segunda parte (41-22), con un Oberto sublime (22 puntos, 6 rebotes) y Victoriano retomando su nivel (22 y 8 rebotes). Fue 81-67 y otra vez la confianza alta.
Lituania (Kaukenas, Zukauskas) no fue un escollo en el cierre de la segunda fase y entonces llegó el momento clave. 9 de agosto de 1997, otra vez Australia, pero en semifinales. La historia no fue igual a 96 horas antes. Australia dominó casi todo el partido, sin sacar grandes diferencias, pero Argentina revirtió la situación en la segunda etapa corriendo, con Manu Ginóbili por primera vez como claro líder del equipo.
Así se llegó a un cierre parejo, donde Argentina tuvo todas las de ganar cuando Victoriano metió un costa a costa tremendo que terminó con bandeja y falta, para dejar a los suyos 3 arriba, 68-65, restando 47 segundos. Lucas, que ya habñia fichado con el Real Madrid por 5 años, falló el libre clave y Australia, en la siguiente, empató con un triple de su pivote Simon Dwight, único tiro de tres que tomó en todo el juego.
La pelota final la tuvo Pepe Sánchez, que no pudo dársela a Victoriano (defendido en forma formidable por Sam McKinnon durante todo el partido y en esa bola en particular), entonces optó por Palladino. El Toro tampoco pudo entregársela a Lucas, entonces forzó una penetración. Cuando iba al aro, vio a Oberto solo a su derecha e intentó un pase que resultó interceptado. Faltaban 6 segundos. Australia corrió la cancha a una velocidad alucinante y encontró al tirador Aaron Trahair a la derecha, que con el reloj casi en cero se levantó y la clavó limpita de 3: 71-68, festejo alocado del local, y Argentina afuera de la final.
Fue la primera vez que el vestuario argentino se convirtió en un sepelio. Nunca lloraron tanto como ese día. Nada podía consolarlos. Y no pudieron reponerse al día siguiente en el partido por el tercer puesto, cayendo ante Yugoslavia 84-72. Ese día, los propios jugadores se dieron cuenta que estaban para más. ¿Hubo juramento o no? No es lo importante. Algunos dicen que sí, otros que no. Lo cierto es que esa camada genial cicatrizó su herida con los años, convirtiéndose en uno de los mejores equipos FIBA de la historia.
Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
Básquet Plus solidario: ¿no hay básquet? Te regalamos Australia-Argentina, semifinales del Mundial U22 de 1997. Partido completo. Ese día, de alguna manera, se fundó emocionalmente la Generación Dorada; https://t.co/3FSTtAaqLe pic.twitter.com/AwT5Am6Nej
— Básquet Plus (@basquetplus) April 23, 2020
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