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Shaquille O'Neal había hecho historia con los Orlando Magic al haberlos llevado a las Finales de 1995 ante Houston. Sin embargo, al no salir campeón, los meses siguientes lo hicieron crecer en frustraciones. Tal fue su necesidad de un cambio, que dejó Orlando por Los Angeles, y firmó con los Lakers al siguiente verano. 

O'Neal tenía un contrato de 20 millones por año en la franquicia angelina, pero lo que no advirtió, fue el alto valor de los impuestos. Shaq debía pagar casi 50% de sus ingresos en impuestos dentro de California, muy diferente al bajo 28% del momento en Florida. Sin saberlo, y al obtener un grandísimo contrato en un cheque único, decidió gastar lo que el creía que era una suma poco dañina para su estilo de vida.

Su primera compra resultó en 3 autos iguales, de último modelo deportivos, para él, su papá y su mamá. El problema recidía en que, además de eso, compró propiedades, bienes raíces y otras inversiones. En total, el mismo día, había gastado 9.5 millones de su contrato. Por supuesto, de los 20, sólo le iban a quedar algo más de 10 netos, y tras semejante compra se quedó con solamente un millón y medio de su sueldo anual. Una lección dura para O'Neal, que hoy es uno de los más ricos en la historia de la NBA.