Informe

La intrigante historia de DeAndre Ayton, el gigante dormido de Phoenix

20:29 15/12/2021 | Dejó Bahamas y se fue a Estados Unidos cuando apenas tenías 12 años. Fue criado por hasta tres familias postizas. Se mató entrenando y llegó a la NBA.

Ayton está siendo una realidad en Phoenix (Foto: NBA)

Nassau, Bahamas.

Los esclavos tenían tres días libres durante las vacaciones de Navidad en el país para bailar y tocar música de su África natal. Coloridos y elaborados trajes hechos de papel de diario y otros materiales desperdiciados por el resto de la población.

Junkanoo se llamaba la celebración, y se mantuvo incluso después de que esclavitud se eliminara del país.

En ese lugar se crio DeAndre Ayton, hasta los 12 años.

2011, el punto de quiebre.

Tras aterrizar en el radar de los ojeadores en el Jeff Rodgers Camp de 2011 en Nassau, un par de entrenadores le ofrecieron la posibilidad de que se vaya a Estados Unidos.

Su madre, Andrea, y su padrastro, Alvin, decidieron que era lo correcto. Dejando de lado el básquet, era una oportunidad de recibir una educación gratuita. No podía negarse, no quería hacerlo.

Así que se trasladó a San Diego con ¡1,96 metros y 12 años! y se incorporó al mundo del básquet amateur de élite. Menos de dos años después se fue hasta los 2,08 y un vídeo viral lo bautizó como el mejor jugador de octavo grado del país.

"Me parecía normal, hasta que crecí y me di cuenta de que en realidad nunca tuve una infancia. Era sólo básquet y negocios. Nunca fui a Disney ni nada de eso. Los niños me lo contaban, y yo tenía que mentir y decir: 'Sí, fui'. Pero nunca supe nada de eso", contó en una nota con Sports Illustrated.

Tres familias postizas.

Durante los siguientes años, ¡Ayton vivió con tres familias de acogida diferentes y pasó la mayoría de los fines de semana viajando por el territorio yanqui para competir en diferentes torneos!

El básquet, para él, era un trabajo. No era todavía un profesional, pero ya se levantaba a las ocho de la mañana y no paraba de entrenarse hasta las siete de la tarde. Pasaba meses sin hablar con su madre por falta de tiempo, estaba en una burbuja.
Con las familias postizas, todo bien, aunque se sentía raro, incómodo.

Así fue que su madre se mudó a Phoenix cuando Deandre tenía 16 años, sacando a su hijo de San Diego, y las cosas empezaron a normalizarse.

Era un volantazo que Ayton necesitaba, ya que él mismo dijo que se había convertido en un niño consentido, un matón resentido con la gente que lo rodeaba. "Tuve suerte. Mi mamá vino y me hizo entrar en razón. Me dijo: 'Esto no va a funcionar'".
Clarísimo.

Para sus temporadas junior y senior, Ayton se matriculó en Hillcrest Prep, una academia en Scottsdaley, ganó honores All-American y terminó su carrera en la escuela secundaria como un recluta considerado entre los cinco mejores de su camada.

Lamentablemente, una situación lo pondría en aprietos, y el dudoso acontecimiento se produjo en el marco de una investigación del FBI que sacudió a la NCAA.

El 23 de febrero, ESPN afirmó que el entrenador de los Wildcats, Sean Miller, había sido grabado por el buró ofreciendo 100.000 dólares a un empleado de un agente por los servicios de Ayton. Y aunque la historia no se sostuvo (DeAndre y su familia negaron cualquier implicación, la línea de tiempo fue desacreditada, y no hubo ninguna prueba de la infracción) la acusación todavía escuece.

Afortunadamente, Ayton y los Wildcats salieron ilesos. El equipo se recuperó para asegurarse el título de la temporada regular de la Pac-12 y dominar el torneo de la conferencia.

¿Y Ayton? Terminó la campaña con promedios de 20,1 puntos y 11,6 rebotes, y fue nombrado el mejor de su conferencia, aunque Arizona cayó en la primera ronda del torneo de la NCAA.

Su talento no era ignorado y aquel chico que creció admirando a Kevin Garnett quiso cumplir el objetivo para el que se había preparado desde los 12. Llegaba la hora del Draft de la NBA.

"¿Viste a Michael Porter Jr. decir que era el mejor jugador de este Draft?"

DeAndre lanzó esa pregunta mientras miraba su celular.

“¿En qué Draft está ese chico?”

Se respondió a sí mismo.

Ese nivel de confianza manejaba.

Joel Embiid, Rudy Gobert, Clint Capela, las comparaciones con el oriundo de Bahamas no tenían fin y todo el ruido terminó cuando Phoenix lo seleccionó en el primer pick del sorteo de 2018. El esfuerzo valió la pena. Hora de demostrar lo que podía hacer.

No la tuvo fácil al comienzo, pero a partir del sorpresivo nivel en la burbuja de la temporada 2019/20 fue ganando protagonismo en un sistema en el que Monty Williams y Chris Paul lo moldearon a su antojo.

En la actualidad es uno de los centros más dominantes de la NBA y su techo cada vez se amplía más. En busca de un nuevo contrato, el gigante perdido continúa buscando ser su mejor versión.

Por los suyos, por Garnett, por Phoenix y Arizona, por su propio orgullo, su madre y el amor al deporte, allí va DeAndre Ayton con su tímida sonrisa.

Está tranquilo, no vaya a ser que despierte al resto mientras se hace el dormido y prepara su siguiente sonido. Se escucha el ruido, acerquen sus oídos. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

Etiquetado como:

Compartir