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Giannis Antetokounmpo llegó joven a la NBA en el año 2013 y era una apuesta de parte de los Bucks sabiendo el potencial que tenía en aquel jugador de raíces nigerianas, atlético y que venía procedente el básquet europeo.

Los primeros años de Giannis en la NBA fueron de constante desarrollo y mejora, no solo del físico que se volvió imponente sino sobre sus cualidades técnicas para poder desenvolverse con más naturalidad a la hora de sacarse rivales de encima.

“Giannis: the improbable Rise of an NBA”, un libro escrito por Mirin Fader sobre Antetokounmpo se desprende una anécdota que marca la personalidad del griego y su deseo de no conformarse con nada. En el verano del 2015, durante la pretemporada, Giannis estuvo abocado a entrenar duro para mejorar y una de las tantas charlas que tenía con su entrenadores del staff de aquel momento le sugirió  un jugador como ejemplo para mirar y copiar cosas.

“¿Ves a Batum?..míralo de verdad, es un jugador realmente bueno. Si trabajas muy duro, podrías ser un jugador de su tipo”, le indicó uno de sus entrenadores.

En aquel entonces Batun venía de tener buenas temporadas en Portland donde promediaba casi 15 puntos por partido y era una pieza importante del equipo. Sin embargo lejos de estar de acuerdo con la observación o expresar un políticamente correcto ‘lo tendré en cuenta’, Giannis contestó: “Coach si me convierto en Nicolás Batum, mejor me vuelvo a Grecia”.

Así de tajante fue la devolución de Giannis con un mucho por jugar en la NBA y con una mentalidad que no lo iba a conformar con ninguna comparación hacía ningún jugador y muchos menos si no era un top de la liga.

El tiempo puso las cosas en perspectiva para Giannis que no solo se salió con la suya, sino que mejoró tanto que se transformó en uno de los jugadores más dominantes del mundo y el título de campeón es el prologo de una carrera que recién empieza.