NBA

Bill Russell, el ganador eterno, dijo adiós

14:52 31/07/2022 | A los 88 años, el máximo campeón de la historia de la NBA, con 11 anillos, falleció por causas naturales. Repercusión mundial.

Murió Bill Russell, la leyenda (Foto: Getty)

Bill Russell falleció este domingo 31 de julio y con él se va el gran campeón que tuvo la NBA, el mayor de todos: 11 títulos en 13 temporadas, 2 de ellos siendo jugador-entrenador. Su figura e imagen fueron hasta hoy un símbolo de una NBA que lo cuidó y usó hasta el último día, como uno de sus grandes ejemplos. De hecho, el trofeo que se le entrega al MVP de las Finales lleva su nombre. Mientras pudo, siempre fue colocado en lugares de privilegio como embajador de la competencia. 

¿Cómo llegó a eso un jugador que defendía mejor de lo que atacaba en una Liga donde lo que se destaca es la ofensiva? Principalmente, por ser un ganador. Es la otra gran característica que la NBA y Estados Unidos valoran especialmente. Además de los 11 anillos obtenidos, fue cinco veces MVP de la NBA en serie regular (no existía en su época el MVP de finales, si no tendría el récord absoluto sin dudas), fue 12 veces All Star, campeón olímpico en 1956, bicampeón universitario con USF en 1954 y 1956 y acumuló una cantidad de números increíbles, irrepetibles hoy en día, como haber anotado 30 puntos y bajado 40 rebotes en un juego 7 de una final. Y nada menos que ante los Lakers. 

Pero Russell fue mucho más que eso. Bill fue el hombre que desde su activismo social, lucho por un lugar de los deportistas de raza negra en el deporte profesional y, en base a triunfos, perserverancia y mucha personalidad, le abrió el camino al resto. Es difícil imaginar hoy el racismo de esos tiempos, pero la realidad es que eran de una magnitud enorme y Russell no solo se hizo un espacio, sino que lucho por ellos. 

En su momento, fue uno de los valientes que acompañó a Muhammad Alí cuando el boxeador de negó a ir a combatir a Vietnam. Corría el año 1967 y Bill ya tenía varios anillos encima y la espalda como para bancarse lo que ocurriera. Un joven Kareem Abdul-Jabbar lo seguía, reflejándose en sus decisiones fuera del básquetbol. En 1961, con mucha menos espalda, había dado muestras también de su carácter cuando boicoteó un amistoso contra los Hawks, porque en el hotel donde se alojaban no aceptaron servirle un café a su compañero, también negro, KC Jones. Russell llamó al aeropuerto, compró 4 pasajes para los 4 jugadores negros de los Celtics y se volvió a Boston. 

En lo deportivo, Russell fue un jugador que reunió todas las características del deportista de equipo: solidario, sin egoísmos, líder. El típico hombre que hacía lo que hiciera falta para ganar. Claro que nada es casualidad y nadie logra tanto solo. Sus comienzos son un claro ejemplo de eso. A Russell lo eligió Saint Louis Hawks en el draft de 1956, Boston lo canjeó por dos jugadores propios y así empezó a formarse una camada única, con Russell, Bob Cousy, Bill Sharman, Tom Heinsohn y, obviamente, el gran Red Auerbach como DT. Su mentor y segundo padre. 

Russell rompió muchas barreras. La de la raza y la de ser el mejor sin ser un gran anotador. Le tocó chocar contra, quizá, el mejor de todos los tiempos, Wilt Chamberlain, y si bien Wilt mantuvo su fiereza, los títulos de uno y otro lo dicen todo: 11 para Russell, solo 2 para Chamberlain, 1 con Russell ya retirado. Ambos le dieron el primer gran envión a la NBA del lado del espectáculo. Era casi una obra de teatro: Bill vs Wilt. Defensa vs. Ataque. Boston vs Warriors (Philadelphia/San Francisco) o vs Lakers. 

Tal era la competencia entre ambos, que cuando Wilt Chamberlain firmó con Philadelphia 76ers en 1964 por 100.000 dólares, Russell le exigió a los Celtics acomodar el suyo a 100.001: un dólar más que Wilt. No podía permitirse perder ni siquiera en eso contra el hombre que metió 100 puntos en un partido.

Cuando su edad empezó a hacer efecto en su cuerpo y sus habilidades disminuyeron un tanto, Russell tuvo tiempo para otro golpe a la historia: fue jugador-entrenador durante sus últimas temporadas. En la primera, tuvo que bancarse un tremendo porrazo, ya que perdió en las finales de Conferencia tras 8 títulos consecutivos de Boston. Pero no se achicó y volvió a ganar el anillo en las dos siguientes, para ahí sí retirarse. Fue el primer entrenador negro campeón de la NBA. Pocos recuerdan que luego tuvo paso por otros dos equipos como entrenador, sin pena ni demasiada gloria: Seattle (donde fue al mismo tiempo general manager) entre 1973 y 1977 y Sacramento Kings en 1987/88, donde le fue muy mal y fue despedido en la última parte del torneo, tras ganar solo 17 partidos de 58.

Dicen que cuando lo echaron de Sacramento, se fue a su casa, la puso en venta, y hasta que no la vendió (casi un mes después), se quedó allí, saliendo solo a comprar comida y a jugar al golf. Luego regresó a Seattle, que fue su ciudad prácticamente toda la vida desde que dejó de jugar. 

Pero eso no empaña una carrera maravillosa. Russell es el deportista profesional en disciplinas de equipo más ganador de la historia de los Estados Unidos. Para algunos, incluso, el mejor jugador de básquetbol de todos los tiempos. Imposible comparar eras, pero Russell dominó la suya como nadie ninguna otra. Fue el mejor rebotero que tuvo el básquetbol (promedió en sus 963 partidos, ¡22.5!), logrando su récord personal de 51 en un solo encuentro. Pero, para los que hablan de un "bajo" nivel ofensivo, tuvo 15.3 puntos de media en su carrera y 4.3 asistencias. 

ESPN recordó hoy en su obituario una frase de Russell al The New York Times en el 2011 que lo resume: "Yo fui un innovador. Empecé a taponar tiros aunque nunca antes había visto tiros taponados. La primera vez que hice eso en un juego, mi entrenador pidió un tiempo muerto y me dijo: 'Un buen jugador defensivo nunca despega sus pies del piso'". Bill no le hizo caso y cambió la historia. Descansa en paz campeón.

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