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Quizás haya pasado desapercibido para muchos, pero los últimos segundos de aquel partido el 24 de abril del 2018 fueron un presagio. El dribbling fuerte, picando entre piernas la pelota y luego enviándola al cielo del viejo Oracle Arena, la casa en ese momento de los Warriors.

“Un año más, todavía lo amás al básquet” le dijo Steve Kerr, en un momento hermoso post partido. Y esos fueron los últimos segundos de Manu Ginóbili en una cancha de básquet como jugador activo. De ahí en más dio todo paso a la leyenda, esa que lo llevó a ser parte del Hall of Fame, en un intento por entender lo grande que ha sido para la historia.

Y el reconocimiento no solo pasó por su excompañero en los Spurs, sino que antes pasaron casi en fila, como aquel juego en Río 2016 ante Estados Unidos, Steph Curry, Kevin Durant, Klay Thompson y Draymond Green, todas estrellas de un Golden State que luego sería campeón una vez más.

Aquella noche las estadísticas, que poco importan, marcaron que el argentino anotó 10 puntos, con 2/3 en dobles, 1/4 en triples y 3/3 en libres, además de entregar 7 asistencias. Detrás de él quedaron 16 años en la mejor liga del mundo, codeándose con los mejores y con cuatro anillos de campeón, privilegio para muy pocos elegidos. Ni hablar si sumamos el título de Euroliga y el Oro olímpico, lo que lo deja aún más en un listado muy chico.

Este juego sucedió a sus 40 años y 270 días, un número anecdótico pero que remarca lo bueno que fue un Manu que logró mantenerse en la elite hasta una edad a la que pocos llegan, y pocos lo hacen tan bien como lo hizo un Ginóbili que se adaptó a todo rol que su equipo necesitó y fue útil.