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Su nombre es Chris Boucher, es canadiense y tiene 26 años de edad. Nació en Castries, Saint Lucia y de chico, como todo pibe de aquellos lados, jugaba al hockey sobre hielo. También le gustaba el fútbol.  

A los cinco años se mudó con su madre a Montreal para que todos puedan vivir allí. El barrio en el que creció era humilde. A los 16 años decidió dejar la escuela y se puso a trabajar en un restaurant. El básquet ni siquiera estaba en sus planes, sólo jugaba en los picados y se divertía sin vislumbrar lo que iba a pasar. 

Esto cambió en 2012 cuando le ofrecieron jugar en un equipo de la zona para un torneo. Chris la terminó rompiendo y marcó 44 puntos. Inmediatamente detectaron su talento y lo invitaron a un campeonato de AAU en Estados Unidos. Este sería el puntapié inicial de su carrera como basquetbolista. 

A partir de allí fue todo aprendizaje. Era una academia llamada Alma que se especializaba en ayudar a chicos a recibirse de la secundaria. Paulatinamente fue ganándose las miradas de los reclutadores de diferentes universidades de división I de la NCAA, especialmente después de un partido de 29 puntos ante Blair. 

Su recorrido universitario fue tumultuoso. Debió pasar por la Universidad junior de Nuevo México, luego se transfirió a Northwest College y finalmente logró quedarse en la prestigiosa Oregon University. También logró irse de la escuela con un título profesional, ya que se recibió de sociólogo.  

Arrastrando una rotura de ligamento cruzado, su presentación en el Draft de 2017 no fue ideal. Ningún equipo quiso correr el riesgo de elegirlo. Curiosamente, apenas consiguió un contrato de dos vías con Golden State Warriors. Un año después, pudo debutar en la NBA y cumplir su sueño fabricado a base de oportunidades inesperadas. 

Finalizado su contrato, fue pescado por los Raptors en junio de ese mismo año. Desde ese momento fue creciendo y agregándole variantes a su juego. Pasó por la G-League y contó con minutos en la NBA. Después fue campeón con Toronto en la temporada 2018/19 y en la actualidad es el suplente por diseño de Siakam. Puede tirar, correr la cancha y saltar de manera espectacular. En Canadá lo saben y lo cuidan. Todo llegó de repente. Con un poco de suerte y sin quererlo.