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El sueño de cualquier chico que comienza a transitar el camino del básquet es anotar un tiro ganador. Normalmente, la imaginación traslada esa situación al escenario más grande de todos. Entonces, se dibujan futuros en los que el lanzamiento define una serie decisiva. Lamentablemente, pocos pueden hacerlo realidad. No se sabe si, en su infancia, Kawhi Leonard soñó con aquello. Pero lo cierto es que, hace exactamente un año, fue el protagonista de una de las canastas más infartantes en la historia de la NBA: la que cerró las Semifinales de Conferencia entre Toronto Raptors y Philadelphia 76ers.

La eliminatoria estableció un panorama perfecto para que ese doble sirviera como punto final. Fue un duelo competitivo, que llevó a ambas franquicias a un séptimo y definitiro partido en la ciudad canadiense. Dos equipos que estaban preparados para asaltar el trono del Este, que había quedado vacante luego de la partida de LeBron James a Los Ángeles Lakers. El encuentro de esa noche fue extremadamente parejo. Tanto, que a falta de cuatro segundos los 76ers empataron en 90 con una anotación de Jimmy Butler. La prórroga hubiera sido lo lógico, pero Leonard tenía otros planes.

El exjugador de San Antonio Spurs recibió el pase de banda de Marc Gasol y emprendió una carrera que lo llevaría a la gloria. Superó a Ben Simmons, atravesó la línea de triples por el costado izquierdo de la defensa rival y se alzó ante la oposición de Joel Embiid. Casi desestabilizado por el salto, logró soltar la pelota con precisión justo antes de que el tiempo se agotara. Con la misma en el aire, el ScotiaBank Arena se enmudeció. Nada comparado a lo que ocurrió luego: el balón picó cuatro veces en el aro antes de entrar y desatar la emoción del público por la victoria.

Los Raptors se clasificaron a las Finales de Conferencia y, eventualmente, ganaron el primer campeonato de su historia al vencer a Golden State Warriors en la última instancia. The Klaw se coronó como el MVP de las Finales y completó una postemporada que ya se ubica entre las más impresionantes que se vieron en la competición. Un andar dominante e histórico, que puede describirse a la perfección a través de ese game-winner y los 41 puntos que marcó en el partido.