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La dura derrota de Phoenix Suns por 133-95 frente a los Warriors marcó un nuevo punto crítico en una temporada llena de altibajos. La falta de energía y liderazgo en el equipo ha sido evidente, y ni siquiera el esfuerzo constante de Devin Booker logró revertir la situación. Tras el partido, Booker fue directo al señalar la raíz del problema: “simplemente no tenemos hábitos ganadores”, una declaración que refleja la frustración interna dentro del vestuario y pone en duda la dirección del equipo bajo Mike Budenholzer.

El entrenador, que ganó un campeonato de la NBA anteriormente, no logró implantar una cultura ganadora en Phoenix. A pesar de su actitud optimista durante la temporada, la inestabilidad fue constante: 33 cambios de alineación, lesiones frecuentes y rumores sobre su continuidad afectaron el desempeño general del equipo. Además, la relación entre Budenholzer y Booker también mostró fisuras, especialmente después de que el técnico le pidiera al escolta que bajara el tono, algo que podría haber enfriado el liderazgo natural del jugador.

Otros jugadores, como Bradley Beal, también compartieron su malestar tras la derrota, señalando lo humillante que resulta perder por 30 o 40 puntos. El ambiente en el vestuario evidencia que algo no funciona, y el tiempo para reaccionar se agota. La ausencia de Kevin Durant fue notoria, dejando al equipo sin una figura confiable para cerrar partidos, lo que se traduce en desorganización ofensiva y falta de claridad en momentos clave.

A nivel de clasificación, los Suns necesitan un milagro para entrar al play-in: ganar sus tres partidos restantes y esperar que los Dallas Mavericks pierdan todos los suyos, algo poco probable. Si no logran ese objetivo, sería la primera vez desde 2020 que se quedan fuera de la postemporada. En ese caso, la organización deberá reevaluar su estructura y, como sugirió Booker, reconstruir desde los hábitos ganadores para volver a ser competitivos.