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El éxito de Michael Jordan como jugador es indiscutible. Seis títulos con los Bulls y una década de dominio absoluto desde lo individual lo ponen como el mejor para la mayor parte de los entendidos en la NBA. Sin embargo, su Majestad no es exitoso en todo lo que hace.

Muchas veces se dice que un buen jugador puede ser buen entrenador o dirigente. En este caso parece ser lo contrario, ya que fue directivo de los Wizards y ahora lleva 12 años como dueños de unos Hornets que no salen de la intrascendencia.

Esa primera experiencia en los despachos fue en Washington y comenzó un 19 de  enero del 2000, cuando Jordan asumió como Presidente de Operaciones de la franquicia de la capital norteamericana.

Su paso en ese cargo es recordado por haber elegido a Kwame Brown con el primer puesto del Draft del 2001, un interno que provenía del secundario y terminó siendo uno de los más grandes fracasos de la historia. Recordemos que en ese año salieron jugadores como Pau Gasol, Joe Johnson, Zach Randolph y hasta Tony Parker.

En la primera campaña terminaron con récord de 19 triunfos solamente. Para la temporada siguiente, decidió volver a jugar por amor al deporte, pero poco pudo hacer para cambiar el destino de un equipo con niveles mediocres, que terminó las dos campañas que jugó con 37 victorias y 45 derrotas, ambas fuera de playoffs.

Tiempo después regresó como dueño. Allí compró una parte de los Bobcats, donde jugaba Walter Herrmann en ese momento, y luego, en 2010, se convirtió en el dueño mayoritario por 180 millones de dólares. A pesar de que el valor de la franquicia, ahora llamada Charlotte Hornets luego de haber recuperado el nombre original, creció exponencialmente, a nivel deportivo no logra crecer.

En estos 12 años solo tres veces clasificaron a playoffs, en todas cayendo en primera ronda a manos de Orlando y Miami. Además, solo esas dos temporadas pudo lograr un récord positivo de victorias y lleva seis temporadas sin acceder a la postemporada.

El conocimiento deportivo no siempre rinde en los despachos, y la realidad de los Hornets de Michael Jordan lo demuestran de manera cabal.