El balance que más le importa a Campazzo: pertenece a la NBA
14:32 15/06/2021 | El argentino entró a la Liga a una edad quizá poco habitual y le costó arrancar. Con los meses, logró consolidarse en la élite, más allá del final ante Phoenix.
La primera temporada de Facu Campazzo en la NBA tiene varios puntos para ser analizada. No fue una campaña normal, empezando por el hecho de que Facu comenzó en Europa con el Real Madrid, un equipo del que era amo y señor, en un par de competencias con estilos totalmente distintos a la NBA: acb y Euroliga.
Su llegada a los Nuggets en diciembre no le permitió tener una pretemporada normal para aclimatarse en dos semanas de una competencia a otra, aprender los sistemas, palpar la realidad de la mejor liga del mundo, los gustos de su nuevo entrenador, las características de sus nuevos compañeros. Más siendo base.
De entrada le costó mucho, no porque su nivel haya sido malo, sino por su autoexigencia. De todos modos, siempre tuvo algo a su favor, que no ocurrió con el resto de sus compañeros. Campazzo siempre jugó defensivamente al ciento por ciento. Uno puede tener un mal día en ataque, no meterla de tres puntos, dar malos pases o estar desenfocado, pero si atrás rinde o, al menos, hace todo lo posible por hacerlo, tiene medio trabajo realizado.
En su caso, hubo varias etapas con cortes claros. La primera fue corta: 5 partidos. Ahí, Malone le dio poco espacio y participación y Facu parecía frustrado. Solo un partido con 10 o más minutos, dos con menos de cuatro. El juego 6 y 7, contra Minnesota ambos, en los que metió 15 puntos (5 triples) y 11, parecieron ser el primer corte, pero igual después Malone volvió a tenerlo bastante encasillado.
El coach lo metía cuando estaba por terminar el primer cuarto, empezaba el segundo (entre ambos, de 6 a 8 minutos), y algo similar repetía en la segunda mitad. De esa manera, empezó a ganarse un piso de 10 minutos, hasta que, por desgracia, las lesiones contínuas empezaron a caer sobre Denver: Harris, Barton, Dozier. Malone se encontró con que tenía que darle más espacio a Facu, y el cordobés respondió.
En febrero de este año, sus minutos pasaron a tener un piso de 20 y hasta a rozar 40 en ocasiones. A esta altura, tenía ventajas: ya conocía la Liga, a los rivales, a sus compañeros, al coach. Pero sobre todo, sus compañeros y su coach lo conocían a él. Les había sacado las dudas que generaba la ignorancia. Cuando se dieron cuenta que no venía de relleno, que podía tener protagonismo, que podía ayudarlos en su peor rubro (defensa), y que cuando entraba, ayudaba al resto a ser mejores, todos fueron felices.
El equipo, por eso, se desprendió de Harris para sumar a Gordon en marzo, con lo cual la media cancha quedó reducida, asumiendo Facu una tarea mayor. Ya ahí había dado el paso más esperado desde que llegó a la NBA: confirmar que pertenecía a esa Liga. Y que no volvería con el sabor amargo de la mala experiencia a Europa. Eso le dio confianza. También sentirse más cómodo con el idioma, la comunicación, el entorno, el ambiente.
Lo que no esperaba nadie que sucediera, pasó en abril. La lesión de Murray cambió todos los planes. Facu pasó a ser el base titular y Denver tuvo que cambiar su forma de jugar, más centrada todavía ahora en Jokic. Campazzo, obviamente, no pudo darle el caudal ofensivo del canadiense, por lo que intentó compensar con lo que sabía y podía: más orden, mejor circulación de balón, contagio de energía, de concentración. Se puso más el traje de veterano con experiencia (más que cualquiera de sus compañeros en partidos importantes), pero sufrió limitaciones.
Contra Portland y Phoenix en los playoffs, le tocaron dos de las media canchas más picantes de la NBA: Lillard y McCollum primero, Paul y Booker después. Ganó y perdió, puso el cuerpo, puso su espíritu, pero no logró, sobre todo contra Phoenix, modificar una tendencia que se dio desde el primer juego. Fue el único momento en el que, como su equipo, se vio superado con bastante claridad. No ayudó la sequía en los juegos 2 y 3 y terminó cediendo la titularidad en el cuarto, aunque fue su mejor partido de la serie al final.
La imagen última no es la mejor claramente para que quede como la del balance. Eliminados, barridos, con el episodio Jokic en el medio. No es la que hay que tomar. Facu tuvo un año mejor que lo esperado. Jugó mucho más de lo que se preveía, y lo hizo muy bien. Su mejor virtud fue la energía, compromiso y la defensa, como también su capacidad para generar juego para el resto. Fue líder a su manera en un equipo que tenía otros dos líderes claros de antemano. Se ganó su confianza.
En el haber queda seguir mejorando el tiro de tres puntos. A ver: Campazzo pudo anotar mucho más de lo que lo hizo. No es que no pueda. Primero, Malone no se lo pidió. Segundo, él fue quizá incluso demasiado poco egoísta. De todos modos, su desventaja física en una liga de jugadores gigantes y atléticos, lo obligará a reforzar cada forma de atacar: ya sea el tiro, la penetración o las flotadoras. Tuvo un año para anotar todo.
Lo otro, que no depende de él, será qué idea le quedará a Malone para el año que viene. Murray difícilmente arranque la temporada próxima. ¿Intentarán sumar algún base más? ¿Jugarán más al estilo Campazzo, con Jokic otra vez como ultra referente? De todo eso dependerá mucho el rol que le toque para la 2021/22. Lo que está claro es que Malone ya sabe lo que Campazzo le puede dar. Y tener toda una pretemporada para que, eso que quiera el entrenador, pueda entrenarse, cambia bastante el panorama para lo que viene. Si Murray está disponible en diciembre, Facu también tendrá que readaptarse a un rol diferente, aunque ya no más el que tuvo en sus primeros tres meses.
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