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La historia de la NBA empezó a cambiar de manera rotunda un 26 de octubre de 1984. Un joven nacido en Brooklyn, 21 años antes, hacía su estreno en una modesta franquicia que venía de malos años y buscaba esperanzas en su elección número 3 del draft de ese año. Michael Jordan estaba llegando a la liga y ya nada sería igual. La carrera profesional del mejor de todos había comenzado.

Los Bullets serían el rival del primer partido de MJ. La actuación del joven proveniente de North Carolina sería solo un pequeño adelanto de lo que se vendría a continuación: 16 puntos con 5/16 en tiros de campo, 6 rebotes, 7 asistencias y un momento que quedaría para la historia.

Ese año promedió 28,2 puntos, 6,5 rebotes, 5,9 asistencias y 2,4 robos por encuentro, además de un 51,5% de acierto en lanzamientos de campo. Sus números podrían ser tranquilamente los del MVP de la temporada. Finalmente, no se quedó con ese reconocimiento, pero sí con el premio al rookie del año. Le ganó a nombres como Hakeem Olajuwon, Charles Barkley y John Stockton. Luego, en su carrera, cosechó 6 anillos, 6 MVP en finales y un legado que quedará para toda la eternidad.