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Carlik Jones es uno de los nombres propios del Mundial. Nacionalizado de familia de Sudán del Sur, llegó a un equipo que participaba por primera vez en un torneo de estas características, y de su mano el seleccionado africano sueña con mucho más.

Sin ir más lejos, es el goleador del equipo, con 19 puntos, el tercer mayor rebotero, con 4.3, y el mejor asistente, con 9.3 de promedio donde lidera junto a Tremont Waters. Pero este jugador que fue MVP de la G-League y viene de jugar poco en Chicago Bulls no estaba destinado a jugar siquiera un deporte.

Es que a sus dos años fue diagnosticado de craneosinostosis, una enfermedad de las articulaciones fibrosas de los huesos del cráneo, que se cierran de manera prematura. A partir de allí tenía prohibido practicar deportes. Sin embargo, su buen tratamiento y el uso de un casco hasta la adolescencia le permitieron recuperarse y comenzar a destacarse en la Universidad de Radford primero y en Louisville después.

A pesar de que no fue elegido en el draft, se destacó en Texas Legends y debutó en los Mavericks en 2021. Sin poder establecerse, siguió en la G-League y explotó en 2023, siendo elegido el MVP de la competencia con Windy City Bulls. Sin embargo, tuvo solo 7 partidos de oportunidades reducidas, con 8 minutos de media y 2.9 puntos.

A esta Copa del Mundo llegó silbando bajo y a un seleccionado debutante en estos torneos y que necesitaba de su calidad. Y tomó la pauta desde el comienzo, ya con dos triunfos y a un paso de los próximos Juegos Olímpicos, algo increíble en una nación de solo 12 años de historia libre y sumida en constantes luchas internas, pero que frena cada pelea por los partidos de Sudán del Sur.