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Michael Jordan fue un competidor implacable, con una mentalidad que es casi inexistente en la NBA de hoy. Además de tener un talento tremendo, Jordan era un gran trabajador que aceptaba los desafíos y comprendía que el sacrificio era la única forma en que podía mejorar y estar listo para el siguiente nivel.

Ese tipo de mentalidad se le inculcó a Jordan al principio de su carrera cuando aún era un estudiante de primer año en la UNC. El entrenador Dean Smith era conocido por ser muy estricto durante las prácticas y exigía que sus jugadores trabajaran duro y estuvieran siempre concentrados en situación de juego.

Cuando Jordan se unió a North Carolina, inmediatamente vio que el entrenador Smith hablaba en serio y era el mentor adecuado para él en esa etapa. Admitió que inicialmente se sorprendió por la intensidad de Smith, pero le agradeció porque ese tipo de desafío era lo que necesitaba. 

Como entrenador, Smith tenía una estructura que resultó funcionar, y el propio Jordan se sorprendió al ver lo bien organizadas que estaban las prácticas. Incluso después de dejar la UNC, Jordan nunca vio a un entrenador que tuviera tanta autoridad. "Le tenía mucho miedo al entrenador Smith porque era un gran nombre en Carolina del Norte y yo era de una ciudad pequeña. Era intimidante la forma en que lo hacía. Prácticas controladas. Nunca había visto una práctica controlada de la forma en que lo fue en Carolina del Norte. Cada minuto fue pensado. Si se suponía que un simulacro terminaría a las 3:10, terminaba a las 3:10 y comenzaba el siguiente. Gritaba y se volvía loco entrenando. Nunca hacía eso en el partido al otro día, por lo que si me equivocaba, no estaba seguro de qué forma iba a reaccionar" recordó Jordan en el libro 'Driven From Within'.

Jordan nunca tuvo reparos en admitir que el entrenador Smith fue una de las personas más influyentes en su vida, no solo porque le enseñó los fundamentos del juego, sino que también fue otra figura paterna en su vida. Smith predicó el sacrificio, la consistencia y el trabajo en equipo como las piedras angulares del éxito, y Jordan lo adoptó por completo durante el resto de su legendaria carrera en la NBA.