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La leyenda de Los Angeles Lakers, Kobe Bryant, fue uno de los primeros jugadores que saltó directamente a la NBA desde la escuela secundaria. Apenas tenía 17 años cuando decidió declararse para el Draft de la en 1996, y sabía que estaba tomando un riesgo al detener su formación para codearse con la élite profesional. 

Cuando fue seleccionado por Charlotte Hornets, quienes lo cambiaron a los Lakers por los servicios de gracias a la implacable insistencia de Jerry West, el joven de 17 años se unió a un equipo lleno de veteranos. Esto significó que Kobe promedió solo 15 minutos por juego desde el banco en su año de novato, y eso lo hizo preguntarse si había valido la pena no ir a la NCAA primero. 

"Vi a mis compañeros jugar de 30 a 35 minutos por partido, y yo estaba sentado. Estaba realmente molesto, pensando que debería haber ido a la universidad. Eso fue la parte más difícil", admitió Bryant en 2020 a Matt Barnes en su podcast. Si Kobe hubiera jugado en la NCAA, probablemente no hubiera terminado con los Lakers. Su valor de draft probablemente habría sido superior al puesto 13 en los años siguientes, y los Lakers no habrían podido conseguirlo por un traspaso, siendo de los prospectos más codiciados.

Algo que en esa entrevista sí resaltó es que no hubiera sido el mismo jugador. Y es verdad: los desafíos de ser un suplente, no tener casi nadie que lo trate como una estrella y no ser parte de ningún equipo de novatos forjó un carácter que, francamente, no hubiera tenido de ser un pick top y ser la primera opción de un mal equipo. O al menos, eso es lo que él creía, siempre alimentándose de las adversidades para superarse. Puede decirse que al final de su carrera, el movimiento desde la secundaria a la liga fue todo un éxito.