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El 28 de agosto de 2004 es una fecha que quedó grabada a fuego en la memoria de todos los argentinos. En ese día, los seleccionados de fútbol y básquet de Argentina lograron lo que parecía imposible: alzarse con las medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas, marcando un antes y un después en la historia del deporte nacional. Ese día no solo se cortaron 52 años de sequía dorada, sino que también se vivieron momentos de gloria que resonarían en el corazón de los argentinos por generaciones.

A las seis de la mañana, la Selección Sub-23 de fútbol dirigida por Marcelo Bielsa hizo sonar el himno nacional argentino en el Estadio Olímpico de Atenas tras vencer a Paraguay en una reñida final. Un gol de Carlos Tevez fue suficiente para que Argentina se coronara campeona, poniendo fin a más de medio siglo sin oro olímpico. El torneo del equipo albiceleste fue impecable, dominando la fase de grupos con victorias sobre Túnez, Serbia y Australia, y luego aplastando a Costa Rica y a Italia en las etapas de eliminación antes de su victoria final. Con 17 goles a favor y ninguno en contra, Argentina no solo ganó, sino que lo hizo con una contundencia que quedará en los anales del fútbol.

Horas más tarde, en la noche griega, la Selección Argentina de básquet, liderada por Rubén Magnano, alcanzó su propia hazaña al vencer a Italia por 84-69 en la final. El camino al oro no fue fácil: después de una ajustada victoria inicial sobre Serbia y Montenegro y derrotas ante España e Italia en la fase de grupos, el equipo mostró una resiliencia formidable. Ganaron a China y Nueva Zelanda para avanzar a cuartos, donde vencieron a Grecia. En las semifinales, el equipo argentino superó al temido Dream Team de Estados Unidos, un equipo lleno de jóvenes promesas como LeBron James y Carmelo Anthony. La victoria sobre Estados Unidos por 89-81 es considerada uno de los mayores logros en la historia del básquet mundial. Finalmente, la contundente victoria contra Italia coronó un torneo memorable para el básquet argentino.

El equipo de fútbol, con figuras como Germán Lux, Javier Mascherano, y Andrés D'Alessandro, y el equipo de básquet, con leyendas como Emanuel Ginóbili, Luis Scola, y Andrés Nocioni, lograron lo que parecía una fantasía: dos medallas de oro en un solo día. Esta jornada no solo rompió la racha de sequía de medallas de oro para Argentina, sino que también unió a una nación en celebración, demostrando el poder del deporte para inspirar y unir.

Atenas 2004 será siempre recordado como el momento en que los laureles eternos del himno nacional se hicieron realidad, consagrando a una generación de atletas que llevarían el orgullo argentino a nuevas alturas. Fue un día en el que el fútbol y el básquet se encontraron en la cúspide del éxito olímpico, marcando un hito imborrable en la historia del deporte mundial y, especialmente, en el corazón de cada argentino.