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Luis Scola es una leyenda del básquet argentino, mundial y del deporte en general. Más de 20 años de carrera como jugador, un referente del seleccionado, una presencia casi ininterrumpida de dos décadas vistiendo la camiseta de Argentina.

Luis fue uno de los grandes artífices de uno de los momentos más importantes en la historia del básquet argentino como fue la obtención de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Atenas 2004. Ese recordado equipo que rompió con la historia, eliminó a Estados Unidos, amplio dominador del básquet mundial en los últimos años, dejó atrás y se tomó revancha de Yugoslavia, venció a Italia en la final y logró colgarse la medalla de oro en el pecho.

Fue un hecho histórico. Pero tuvo doble valor para los argentinos porque ese mismo día, con algunas horas de diferencia, el fútbol también se coronaba campeón de los Juegos Olímpicos consiguiendo la presea dorada.

Scola, inmerso en la movida del "Museo del Fútbol” que se acaba de inaugurar en Madrid, España, estuvo con Matías Martin y le contó una anécdota sobre sus objetos de recuerdo del mencionado Atenas 2004.

Durante la recorrida por el nuevo Museo, vieron las reliquias de Carlos Tévez, figura indiscutida en la consagración del fútbol. La camiseta y la medalla del Apache lucen en dicho paseo. En ese momento, Luifa le contó a Matías que le sucedió con su medalla.

“Pensé que la había perdido”, comenzó Scola. Enseguida agregó: “La tuve perdida varios años. Había desaparecido. Un día abrí un cajón y encontré la red, la medalla y la camiseta, todas envueltas como en un rollito”. 

Pero no terminó ahí. Para sorpresa del excapitán del seleccionado argentino, cuando abrió la camiseta, se encontró con lo siguiente: “Abro el rollito y cuando veo la camiseta, noté que la medalla había desteñido la camiseta entonces quedó manchada como si fuera de oro”.