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Facu Campazzo si tiene una característica en su juego es la de disfrutar jugando, sea en un picado con amigos, en la Liga, la NBA o la Selección Argentina. Y allí mismo fue donde sintió que volvía a ser ese niño que se enamoró del básquet en Córdoba.

En una entrevista con Super Depor Radio, el base recordó el momento específico, que fue en los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres: “Era como que tenía que ser el revulsivo porque el primer base era Pablo Prigioni y mi trabajo era más de ir a defender toda la cancha, correr, hacer jugar a mis compañeros, un poco lo que hacía en Peñarol”.

A su vez, contó que su trabajo era parecido al que tenía en el Milrayitas: “No se me hizo tan difícil la transición porque venía haciendo eso en los cinco o seis años en el equipo. Entonces fue cuando más Facu Campazzo me sentí. Lo disfruté mucho porque además estaba con las bestias de Manu (Ginóbili), Chapu (Nocioni), Carlos (Delfino), Luís (Scola), todos. Me hicieron sentir parte del equipo y me dieron la confianza a la hora de jugar y ser Facundo Campazzo”.

A pesar de esto, siempre intenta respetar lo que es como jugador: “Intento nunca perder mi ADN. Si bien soy un jugador diferente al que empezó a jugar profesional, siempre tuve esa identidad que me trajo hasta acá. Obviamente tengo que mejorar muchas cosas, actualizar mi juego, pero ese es mi desafío para mantenerme a gran nivel”.