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Desde que el Coronarivus trastocó todos los planes de este 2020, diversas actividades se han visto sumamente afectadas. Como nosotros nos dedicamos al básquetbol, hablaremos de las cosas que afectaron al básquetbol, no porque sean más importantes, sino porque son nuestro rubro. 

En el 2020 debían disputarse los Juegos Olímpicos de Tokio en julio. El Covid-19 explotó en marzo y, poco después, se empezaron a suspender uno a uno casi todos los torneos del mundo. Tokio esperó lo máximo posible, pero el 24 de marzo anunció que pateaba el evento un año, hasta julio de 2021. De alguna manera, eso liberó a otros a poder terminar sus propios campeonatos. España y la NBA, principalmente. 

El tema con la NBA fue que, al terminar su torneo 2019/20 de julio a octubre, obviamente complicó el inicio de la 2020/21. Aquí hay dos factores. Uno, el descanso de los jugadores entre temporada y temporada, que suele ser de 4 meses para los finalistas, y aquí se especuló con bajarlo a menos de dos. El otro factor, mucho más importante, fue el tema de la ausencia de público en los estadios. El flujo de gente genera el 40% de los ingresos de la NBA, por lo que esperar lo que haga falta para tenerlo de vuelta es una decisión que preocupa poco. Aunque estén los Juegos Olímpicos en el medio. 

Esto lo empezamos a comentar en mayo de este año, cuando por primera vez se habló de una temporada extendida para el año que viene. Y ahora es una realidad. La NBA empezará como mínimo en enero. Adam Silver, hace pocos días, habló de que probablemente los Juegos pierdan a los mejores 15 jugadores internacionales, pero hizo muy mal las cuentas. 

Si los Juegos se mantienen en fecha, también se mantendrían en fecha los repechajes para confirmar a los últimos cuatro clasificados, que se disputarán a fines de junio. Ahí habrá 24 países compitiendo, que entre todos tuvieron en la 2020/21 ¡69 jugadores! Si se mantuvieran, o llegaran más, sería una catástrofe para el básquet FIBA. Y no empezamos a hablar de los que se perderían los 8 que ya están clasificados, empezando por el local, Japón, que sin Watanabe y Hashimura, con todo respecto, no puede presentarse a jugar en este nivel. 

Claro que luego está el otro punto, quizá el que termina definiendo, y que está relacionado: el económico. El basquetbol, junto con el atletismo, la natación y, dependiendo quien vaya, el tenis, son los deportes estrella de los Juegos. Imaginemos una competencia de atletismo donde los 15 mejores velocistas no vayan. O un tenis donde los 20 mejores del ranking mundial no estén. ¿Qué harían los patrocinadores de Tokio? ¿Pondrían el mismo dinero? Para Coca Cola, Toyota, Visa, ¿es lo mismo que vaya LeBron James a que no vaya?

Por todo esto, y por la pandemia en sí, Tokio maneja una variable posible de mudar los Juegos a octubre, pero esperará para definir la movida, entre otras cosas, a la decisión que tome la NBA. Porque además, los japoneses hoy no saben en qué contexto podrán vender tickets. Si podrán hacerlo solo a japoneses, si podrán hacerlo al mundo, o si no podrán hacerlo directamente. Tres meses de margen podrían significar la salvación, con lo cual cualquier gasto que genere la mudanza, será justificado. 

Si esto se confirma, los países más dependientes en básquet de sus jugadores NBA (España, Francia, Australia, Nigeria), más los que pasen los repechajes, para otros posibles (Argentina, si Campazzo va a la NBA, como se espera), respirarán profundamente. Igualmente, como todo en los últimos siete meses, esto es día a día y puede cambiar 180 grados si las condiciones no mejoran. Así que a armarse de paciencia y soñar, que total no cuesta nada.