Claramente el 31 de octubre representa una fecha especial para el básquet nacional ya que un día como este, pero hace 17 años, se dio la llegada por duplicado de los primeros dos argentinos a la NBA. El día en el que se plantó bandera en la mejor liga del mundo, el sueño máximo a lo que un basquetbolista puede aspirar, y Argentina lo hizo con dos representantes como Pepe Sánchez y Rubén Wolkowyski.
Mientras Pepe llegó a través de la universidad por su paso previo en Temple, la historia del Colo Wolkowyski siempre ha tenido un tinte muy particular por haber llegado al sueño americano proveniente de la Liga Nacional. Hasta hace poco fue el único en haberlo conseguido, hasta que el año pasado Nico Brussino imitó su historia y el Colo ya no fue el único, aunque no dejó ni dejará de ser el primero en haber llegado por esta vía.
Wolkowyski debutó en la Liga en la 93/94 antes de cumplir 20 años y de la mano de Quilmes, en el Cervecero estuvo cuatro temporadas y luego también hay que tener en cuenta su paso por Boca (2 años) y Estudiantes de Olavarría (1), desde terminó llegando a la NBA para vestir los colores de Seattle SuperSonics. Aquel 31 de octubre del 2000 y en su estreno NBA, el chaqueño firmó una tarea sin puntos (0/4 de cancha), más 2 rebotes, 1 tapa y 1 falta en 12 minutos en la derrota de los Sonics por 94-88 ante Vancouver Grizzlies.
El Colo promedió 2.2 puntos, 1.4 rebotes, 0.1 asistencia, 0.2 robos, 0.5 tapas y 9 minutos en 34 partidos durante aquella primera temporada con los Sonics. Para la 2002/03 tuvo otro paso por Boston Celtics, con una participación menor a la de su primera etapa con Seattle. En total, su carrera NBA se resume con números de 2 puntos (32.5% de cancha), 1.1 rebotes, 0.1 asistencias, 0.1 robos, 0.4 tapas y 8 minutos en 41 partidos. No pudo haber sido un gran paso en cuanto a números, pero lo cierto es que tanto él como Pepe fueron los pioneros y abrieron las grandes puertas de la NBA hacia los argentinos.
Ya retirado, hoy el Colo se aboca a dirigir en Quilmes a las formativas, trabaja con la selección argentina U15 y se encuentra haciendo unas clínicas por todas las provincias llevando el básquet a miles de lugares del país. En diálogo con Básquet Plus, Wolkowyski recordó lo que fue su estreno en la NBA y la marca que dejó dentro de su carrera.
- ¿Conmemorás mucho un día como hoy o cómo influye en tu cabeza y tu vida cotidiana?
. Sí. Si uno se pone a pensar en el básquet y el deporte siempre tenés algo para festejar, cosas que el básquet te dio y nunca te olvidás. Tu primer día de básquet, tu primer partido de liga, tu primer día en la selección y tu primer partido representando a tu país, salir campeón de la Liga Nacional. Es un paso a paso que estoy haciendo hasta llegar a lo que fue el debut en la NBA, que fue algo muy lindo e inesperado. Más allá de que uno juega acá en la Liga para salir campeón, que se te puede dar o no, en ese momento era más fácil decir "me voy a jugar a la luna" que "me voy a jugar a la NBA" por la distancia que había de una competencia a otra. Saltar de la Liga para allá para mí fue algo muy sorprendente y muy lindo, que jamás me voy a olvidar.
- Fuiste pionero no solo para abrir las puertas NBA a los demás argentinos sino también por esto que decías de hacerlo desde la Liga, algo que hasta hace poco eras no solo el primero en hacerlo sino el único.
. Fue muy bueno sí, porque eso significa que, más allá de que las ligas de Europa te ayudan y te potencian mucho más por la competencia que hay y la exigencia de los entrenamientos junto con otras cosas en las que nosotros podemos venir desde atrás, en esa época quizá el nivel y la forma de prepararse de acá de Argentina no estaba tan lejos para poder ir a salta a esa liga. Lo que sí te digo es que tenés que entrenar y prepararte mucho. Más allá de entrenarme y demás, mi propósito siempre fue prepararme y estar lo mejor posible en cada momento para seguir creciendo. Lo hice siempre pensando en la Liga, pero fijate que las consecuencias hicieron que justo se me dé la oportunidad de jugar un torneo en Holanda con Olavarría para que me vieran ahí y luego poder saltar a la NBA, ir y no desentonar tanto. Eso significa que todo lo que uno hace siempre tiene un buen resultado.
- ¿No se te pasó nunca por la cabeza ni siquiera como chiste?
. No, nunca me lo propuse. Por eso te decía que era impensado. Veía que iban jugadores a probarse como Pichi o el Loco Montenegro, y parecía que era un filtro muy difícil de pasar.
- Bueno, tanto Pepe como vos no tenían referencias ya muy arraigadas en la NBA y seguramente era mucho más difícil. Lo digo porque no todavía no existía un Manu Ginóbili jugando allá, además de que Argentina como país todavía no se había ganado ese respeto que hoy tiene.
. Claro, porque aparte a nosotros como Argentina no estábamos bien vistos, miraban para abajo y pensaban que no los podíamos mover nunca. Por eso cuando pasa lo de Pepe y lo mío es como que empiezan a mirar un poquito más para abajo, que el básquet no era tan malo, que empezaba a subir, empezaron a ver también a Brasil y después fueron saliendo más jugadores. Es más, cuando en el 2001 nosotros hacemos el batacazo en Estados Unidos y le ganamos al Dream Team, también eso ayudó a decir "bueno, vamos a empezar a mirar con seriedad lo que pasa con Argentina".
- Te iba a decir justamente que Pepe y vos después llevaron todas esas cosas a la selección, con la posterior llegada de Manu también y demás.
. Seguro. Aparte en ese momento en que nosotros llegamos a la NBA también teníamos a Manu, Chapu, Fabri y otros jugadores en Europa, que podían tener sus chances ahí y las fueron teniendo con el paso del tiempo. De hecho yo ya estando ahí me preguntaban a mí por jugadores que veía con potencial para estar en la NBA o con la proyección para hacerlo. Recuerdo que me preguntó alguien una vez por esto y le comenté por Manu, pero ya estaba dentro de la órbita de San Antonio para llevarse sus derechos. Así se iban pasando nombres, pero lo importante era que ellos ya empezaron a hurgar y mirar para Argentina. El mercado después te va llevando para distintos lugares, pero para mí el momento en el que nos fuimos y cuando firmamos el contrato fue muy lindo. Inolvidable. Hasta que no firmé el contrato no me quedé tranquilo (risas), porque en realidad estás en un lugar que es único en el mundo, que en ninguna parte del mundo se preparan como es ahí, que te dan todas las disposiciones para lo que necesites y donde lo único que tenés que hacer es dar lo máximo, entonces cuando te dan para firmar el contrato se te cae todo, es algo que no podés creer y que ahí recién te das cuenta que lo tenés que disfrutar.
- ¿Era igual de fría en ese momento?
. A ver... ese mundo es tan difícil de explicarlo. Nosotros no estamos acostumbrados a algo así. Más allá de cómo tienen preparado todo, el nivel de las franquicias, del negocio que es, de la calidad de los entrenamientos, los viajes y lo que se te ocurra es tan superior que uno quizá no toma dimensión real de las cosas. Es muy bueno disfrutarlo pero es malo acostumbrarse, porque si te acostumbrás a eso y llegás a salir para jugar en otra liga lo ves todo mal. Entonces tenés que aprender a disfrutar el momento que vivís. Más allá de que debe haber muchos jugadores que llegan ahí y que creen que está todo bien, puede pasar que vengan y te cambien sin avisarte o te digan apenas llegás que el contrato no está y van a ir por otro jugador. Debe ser muy duro. Yo tuve la suerte de ir y quedar la primera vez, porque si tal vez me hubiese ido en el primer golpe quizá me hubiese bajado mucho. Es un lugar muy duro, muy frío, donde los números son los que mandan y donde es una empresa, no es un club de amor sino una empresa donde los números son los que mandan y te mantienen.
- Vos sos un tipo que ganó muchas cosas a lo largo de tu carrera como jugador. ¿Dónde ponés lo de la NBA? Creo que ya sé cuál va a ser el primero...
. Sí. Lo de la NBA está en segundo lugar. Y sabés que el logro olímpico con los chicos es algo increíble. Esto es porque, más allá de que cuando hacés básquet es por pasión y porque todos amamos hacerlo en todos lados, cuando lo hacés representando a tu país es algo increíble porque estás defendiendo tu camiseta y porque todos los doce jugadores que estábamos ahí peleábamos por el mismo propósito y teníamos una amistad única, una conexión única. Eso último es muy difícil de conseguir en un equipo, ya sea la NBA o en Europa o en donde sea, por el nivel de ego y lo económico que pesa en los jugadores porque no todos piensan lo mismo. En cambio en lo del olímpico sí lo conseguimos, por eso es que tiene mi primer lugar. Lo de la NBA lo pongo en segundo lugar porque es un logro personal que me enorgullece y me pone muy contento. No es que llegué a jugar en cualquier sino que fui a la mejor liga del mundo, realmente era algo muy difícil de lograr. Hoy parece más fácil incluso lo presiento en varios chicos cuando lo dicen, pero la verdad es que es algo muy difícil de conseguir. Hoy vemos tantos jugadores estar ahí que parece que es fácil, pero en realidad no lo es. Lo mismo que ser campeón olímpico, que es muchísimo más difícil, entonces terminan siendo logros que para mí no tienen comparación con los otros que afortunadamente pude lograr dentro de mi carrera.
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