Shaun Livingston, de posible amputado a tricampeón de la NBA
09:54 17/03/2020 | La historia detrás de uno de los pilares de Golden State Warriors durante los últimos cinco años es un ejemplo de tenacidad y constancia.
"Si no te conociera y te preguntara cuál es tu historia, ¿qué me dirías? - Te consultaría si tienes un minuto." Así arranca una de las tantas entrevistas en las que Shaun Livingston tuvo que revivir todo lo que sucedió en los últimos doce años. Un lapso en el que llegó a la NBA como una promesa de estrella, sufrió una de las peores lesiones que se hayan visto en la liga, deambuló por una gran cantidad de franquicias y también ganó tres campeonatos. Sentarse y escuchar es lo menos que se puede hacer ante relatos como el suyo.
Muchos lo recordarán como una de las piezas fundamentales del equipo de Golden State Warriors que alcanzó cinco Finales consecutivas y triunfó en tres de ellas. Desde la banca, Livingston aportaba experiencia y talento para realizar la difícil tarea de suplir por unos minutos a Stephen Curry. Sin embargo, su historia va mucho más allá de aquellos días de gloria. Antes de reencontrarse con esa sensación de completitud, el base pasó por el infierno.
Para entenderlo hay que viajar a Peoria, Illinois. En esa ciudad fue que Livingston nació en 1985 y se desarrolló como uno de los talentos más interesantes de su camada. Su juego invitaba a pensar que las posiciones ya no existían, en un momento en el que eso estaba bastante lejos de convertirse en una realidad. Era un joven esmirreado y elegante, con destellos de clase en cada uno de sus movimientos. Ese estilo le valió comparaciones con leyendas de la talla de Magic Johnson y ofertas universitarias de todo tipo. Él aceptó una de ellas, quizás la más importante que recibió: la de la Universidad de Duke, institución que estaba deseosa de contar con sus servicios.
Pero el joven de Peoria había captado el interés de un escenario aún mayor. La NBA lo quería ya y muchas franquicias se iban a pelear por conseguirlo. El Draft de 2004 se presentaba como una posibilidad demasiado concreta como para dejarla pasar. Livingston rompió el compromismo que tenía con el equipo del Coach K y se declaró elegible. Fue seleccionado en la cuarta posición por Los Angeles Clippers, quienes entendían que habían logrado obtener a un talento generacional.
Pasó sus tres primeras temporadas en el conjunto californiano y, a pesar de que sus números no eran desorbitantes, la progresión de su juego era innegable. Pero los sueños se pueden romper en un abrir y cerrar de ojos. Y Livingston lo vivió en carne propia. En febrero de 2007, cuando se disponía a finalizar un ataque en transición ante Charlotte Bobcats, cayó con todo el peso sobre su rodilla izquierda. Las consecuencias impactaban hasta por la cantidad: rotura del ligamento cruzado anterior, del ligamento cruzado posterior, de menisco, del ligamento colateral tibial, de rótula y de la articulación tibioperonea. Ya no era cuestión de volver a jugar o no. Ni siquiera sabía si iba a poder conservar su pierna.
"Hay una arteria que está en la parte posterior de la rodilla y, si está dañada, puede bloquear el flujo sanguíneo hacia la parte inferior y causar gangrena. Si eso sucede, tendremos que amputar", le dijeron los médicos. Finalmente, eso no sucedió. El jugador de los Clippers se sometió a cirugía y, tras ella, comenzó un largo camino de rehabilitación. En esos momentos, los problemas físicos no eran el único obstáculo: "Sabes que es un conflicto mental. Quieres ir más fuerte, pero hay algo que te lo impide. Simplemente no te dejará hacerlo."
El camino hacia la recuperación total fue largo y debió transitarlo muy lentamente. Fue fichado por Miami Heat, pero apenas disputó cuatro partidos de la temporada 2008/09. Luego, pasó a Oklahoma City Thunder. Ocho juegos en su primera campaña y diez en la segunda. Washington Wizards, Charlotte Hornets, Milwaukee Bucks, Charlotte de nuevo y Cleveland Cavaliers. Los traspasos fueron acumulándose en su historial. Eventualmente, decidió que se daría una última oportunidad en Brooklyn Nets. Y eso lo salvó.
En la franquicia de New York, volvieron a considerarlo valioso. Pero, más importante aún, él volvió a sentirse así. Participó de 76 encuentros durante el curso de 2013/14, la máxima de su carrera hasta ese momento. En aquel verano, Livingston se convirtió en agente libre y Golden State no dudó en ficharlo. Era el primer contrato multianual luego de aquel firmado en su temporada de novato.
Después de tanta lucha y de tantos obstáculos superados, abrazó la gloria. Ya no era aquel joven explosivo y talentoso, pero logró adaptarse a sus limitaciones y se convirtió en un integrante vital de una dinastía que levantó el título en tres ocasiones. Durante esos cinco años previos a su retiro, se transformó en uno de los bastiones de la rotación de los Warriors. Pero, por sobre todas las cosas, en un ejemplo de superación y resistencia.
Leandro Carranza/[email protected]
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