Especial

Scola cumple 40: ¡Felicidades mi capitán!

00:00 30/04/2020 | El jugador más importante de la historia de la selección argentina cumple hoy 40 años y sigue siendo el máximo referente de nuestro básquetbol.

Foto FIBA

Los que hacemos básquet hemos escrito casi todo lo que se podía escribir sobre Luis Scola. Generalmente, o siempre, bien. Porque Luis, que hoy jueves 30 de abril cumple 40 años, ha dado poco espacio para las críticas. Pudo jugar mal algún partido, incluso algún torneo, pero no ha caído nunca en errores no forzados fuera de la cancha. 

No vamos a resumir la carrera de Scola en esta nota, pero sí tomaremos momentos puntuales de su paso por la selección, la camiseta en la que no tiene contra en cuanto a medir quién fue el número uno. No tanto por nivel, donde Manu Ginóbili o Chapu Nocioni podrían discutirle, sino porque literalmente se la apropió. 

Scola tuvo siempre una relación especial con esta camiseta. Al ser un talento precoz, tuvo una trayectoria en selecciones formativas que ya lo hizo especial: nada menos que 12 torneos, incluyendo 3 Mundiales, que debieron ser 4, pero el Juvenil de 1999 no lo jugó porque Julio Lamas prefirió usarlo ya con la mayor en el Preolímpico. Lamas cuenta siempre que se arrepiente de no haberlo llevado también al Mundial de mayores de 1998. Si lo hubiese hecho, Scola sería hoy el récordman absoluto del planeta con 6 mundiales jugados. Pero no ocurrió.

Desde su debut en el Sudamericano de 1999, Scola no faltó nunca a las citas donde se llevó a un equipo A. En su momento los mejores iban a todo: Sudamericanos, Panamericanos, FIBA Américas y, obviamente, Mundiales y Juegos Olímpicos. Bueno, Luis fue a todos. Después de la medalla de oro olímpica en 2004, y hasta el año pasado, el grupo principal solo iba a clasificatorios, Mundiales y JJOO. Eso se rompió en 2019, cuando recuperaron viejos hábitos y jugaron los Panamericanos. 

En ese transcurso, la única vez que Scola no fue con la selección fue al Premundial de 2005, al que todos los campeones olímpicos fueron autorizados a faltar porque el oro en Atenas ya les había dado un lugar en el Mundial 2006, con lo cual el clasificatorio no tenía sentido de ser jugado con todos los nombres centrales. 

Desde 1999 a 2006, la presencia de Scola en la selección fue cambiando de rol. Importante en ese 1999 sin Oberto, clave desde la banca en Indianápolis 2002, central en Atenas 2004 saliendo otra vez como suplente y titular para siempre a partir del Mundial de Japón 2006, el primero grande de Sergio Hernández como entrenador. 

Pese a todos los torneos jugados, y ganados, hasta ese entonces, el año donde cambia definitivamente la imagen de Scola en la selección argentina es el 2007. Después de Japón, la selección tuvo muchas bajas para el Preolímpico de Las Vegas (Manu, Oberto, Nocioni, Herrmann, Wolkowyski, Pepe Sánchez, Fernández) y solo 4 repitieron: Prigioni, Delfino, Leo Gutiérrez y, claro, Scola. 

Ese año se puso la cinta de capitán del equipo y no se la sacó más. Empezó un idilio muy particular con Sergio Hernández y juntos consiguieron una de las mayores gestas de la Generación Dorada, consiguiendo la clasificación para Beijing 2008. Fue un torneo fundacional. Scola pasó a tomar otro rol, además de hilvanar el primero de los 3 MVP consecutivos que recibiría en FIBA Américas (2007, 2009, 2011). 

Saltaremos justamente al del 2011, aunque sin dejar de resaltar su majestuosa actuación en el Mundial de Turquía 2010, donde fue el goleador del torneo (única vez que lo consiguió un argentino). Diez años después del Premundial 2001, otro campeonato grande se jugaba en casa. Toda la presión. Dos lugares para Londres. Y una maldita lesión que casi acaba con su carrera. La rodilla. Scola, obstinado, siguió el tratamiento que le daba chances de volver a jugar, haciendo todo lo que hubiera que hacer para cumplirlo. Cambio de dieta, de hábitos, de entrenamiento, hasta de forma de jugar. Sus propios compañeros nunca entendieron cómo jugó el Preolímpico que jugó teniendo en cuenta su estado inicial antes del torneo. Fue la figura del torneo y, con Ginóbili, llevaron a Argentina a sus terceros Juegos consecutivos tras un inolvidable partido ante Puerto Rico en semis. 

Y si hay que marcar con resaltador otro año es el 2015. Similar en varias situaciones al del 2007. Dos lugares para Río 2016. Sede complicadísima (México), equipo que venía de comerse una paliza emocional en el Mundial de España un año antes (el peor torneo de Scola y de Nocioni con la selección en sus carreras), con Hernández otra vez al mando tras la salida de Lamas, y con varios pibes al lado para enderezar junto con Chapu: Campazzo, Laprovittola, Garino, Delía, Brussino, Deck, Gallizzi...

Otro torneo memorable. Argentina consiguió el pase a Río ganándole con enorme autoridad en México al local, consiguiendo lo que nadie creía. Luis ya tenía 35 ahí, pero le dio un paseo primero a los NBA de Canadá y luego a todos los internos del torneo, descubriendo que ese plantel tenía la semilla que podía generar algo en poco tiempo. No se equivocaba. 

Lo que pasó en Río es historia, igual que la Americup 2017, donde Scola se perdió prácticamente la totalidad del torneo por una lesión en el primer partido. Única vez que le pasó jugando. Entonces se fue a jugar a China dos años, con la cabeza con un objetivo claro y preciso: Mundial 2019. El crecimiento de los pibes de México 2015 en cuatro años había sido veloz, por lo que Argentina no iba a necesitarlo tanto como otras veces. Se pensaba eso. 

Y llegó China. El capitán con 39 pirulitos, jugando una Liga de mediano nivel como la china, canoso, con pelo corto. No más el peinado con colita a lo Genghis Kan ni la vincha para sostener las largas crenchas. Era lo que era: un señor de 39 años intentando estar al nivel de un torneo mundial, su quinto. Entonces volvió a surgir ese espíritu mágico que rodea a Scola cuando se pone la 4 celeste y blanca. O azul, o negra. No importa. Es la camiseta de la selección argentina. 

Aunque no es de conformar a los que le preguntan algo, esperando un sí como respuesta, estamos 99% seguros que si hoy a Luis le dieran para elegir un torneo para guardarse en la memoria, olvidando al resto, sería China 2019. Aunque no hayan sido campeones. Condujo a un equipo con mística que jugó mejor que todos, salvo la final, que tuvo un estilo único, que demostró que se puede mirar para adelante con orgullo. Y él, interiormente, sabe que es el gran responsable. Es el líder. Este equipo es suyo. Hoy y para siempre. Feliz cumple capitán.

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus.com

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