NBA 2019/20

Robert Covington, el jugador que nadie esperaba que llegue a la NBA

14:25 07/02/2020 | El nuevo refuerzo de Rockets pasó por situaciones inimaginables antes de llegar a la NBA. A continuación, su épica historia de superación.

Covington debutó ayer con Rockets (Foto: NBA)

Restan cinco minutos del último cuarto en el partido entre Rockets y Lakers. Robert Covington espera en el codo izquierdo detrás de la medialuna. Se agacha levemente, recibe el balón y sin dudar anota un triple que festeja dejando la mano levantada por un par de segundos. En la siguiente posesión lo mismo. Se para de la misma forma, pero esta vez recibe en la esquina. El resultado no cambia: tres puntos para Houston. Los texanos se escapan por diez y piden un tiempo muerto, pero el partido ya está liquidado. 

Estas dos posesiones explican lo valioso que es Covington en la NBA actual. Puede defender en las cinco posiciones, anotar de tres puntos y correr la cancha como nadie. Tres cosas fundamentales y nodales para cualquier jugador. Sin embargo, a pesar de su importancia, no todos lo pueden hacer bien y unos tantos menos lo pueden hacer como Robert. Pero su relevancia no llegó sola y debió trabajar como nadie para hacerse un nombre en la liga norteamericana.  

Antes de llegar a la secundaria ya había sido cortado tres veces por el equipo de básquet de su escuela. Había chicos más altos y fuertes que él y en ese momento tampoco nadie le veía futuro con la naranja. Luego de vastos rechazos, Robert debió probar suerte en la AAU, una competencia paralela a la que organizan los colegios. Allí empezó de a poco a crecer y a desarrollarse. 

Así fue que, gracias a sus prestaciones en AAU su equipo de secundaria, finalmente puso la mirada en él. Proviso West High School era el establecimiento y allí llegaría como novato. Además, ya mostraba un talento innato para lanzar. "Vi a un chico que podía tirar" recuerda Kevin Dockerty, su entrenador de aquel entonces. Ese año de novato pasó de 1,75 a 1,90 metros. Además, sorprendía a todos porque no era el típico tirador lento y dejado en defensa Podía correr y volver locos a todos atrás. Era una especie única. 

Pero tenía un defecto: ¡era demasiado solidario! "Algunas veces tomaba el balón, corría la cancha y en vez de tirar buscaba al base. Yo pedía un minuto y lo cagaba a pedos diciéndole: "tirá la maldita pelota", rememora Dockerty. Gradualmente, fue mejorando su lectura de juego y su egoísmo. Paralelamente también fue creciendo: pasó de medir 1,90 en su primer año a 2,03 en su último periplo en la secundaria. Podía jugar en las cinco posiciones y tenía una versatilidad tremenda. 

En su año senior promedió 18.1 puntos, 11 rebotes y 7 tapas por juego. Fue elegido el mejor de su estado y guió a Proviso West al título estatal Pese a su gran temporada, Covington recibió apenas dos ofertas universitarias... Una era Sacramento State y la otra Tennessee State 

La segunda de ellas se interesó verdaderamente por él y su entrenador, Cooper, viajó hasta Chicago para ver especialmente a Covington en un picado organizado. Pero tan organizado no estaba porque a la hora de empezar el partido faltaban dos jugadores, por lo que el entrenador de Proviso West y el de Tennessee debieron entrar a jugar para poder disputar el enfrentamiento. "Lo primero que noté fue que era muy largo y lo segundo que podía tirar", dijo Cooper.  

Pero pareciera ser que siempre había un pero con él. Esta vez no era su altura, sino su flaca figura, ya que pesaba apenas 70 kilos. Pese a ello, Cooper se interesó por él y lo invitó a visitar el campus. El alero aceptó la invitación, a pesar de que nunca había escuchado de la universidad. Todo cambió a las cuatro horas de su llegada al campus, cuando llamó a sus papás y contento les dijo: "Encontré mi escuela". 

Valijas en manos y sueños en claro, Covington llegó a Tennessee State unas semanas después. Su flaca figura sorprendía a todos En la cancha también lo haría y le costaría mucho adaptarse. Pero tenía algo que es innato: "Era débil, pero no era soft", recuerda Cooper. Su mentalidad era increíble y a pesar de caerse una y otra vez jamás dejaba de intentarlo Así fue que en su debut en la NCAA la rompió toda y anotó 21 puntos ante Siena University. Esa temporada promedió 11.5 tantos y fue elegido la revelación del año de la conferencia. 

En consecuencia, las grandes universidades de la NCAA comenzaron a fijarse en él y quisieron seducirlo para reclutarlo. Pero Robert no estaba muy interesado y decidió quedarse a luchar en la escuela que le había dado una oportunidad cuando todos miraron para otro lado. El destino lo premió y año a año fue mejorando y aportando lo suyo en un equipo que lo utilizaba en las cinco posiciones. Además, Covington entrenaba como nadie. Nunca se perdió las prácticas opcionales de tiro. Quería jugar al más alto nivel y la NBA comenzó a entrar en su mente. 

Robert terminó su etapa universitaria siendo el séptimo máximo anotador y reboteador en la historia de Tennessee State. Tuvo una media de 17 puntos y 7.9 rebotes y 44.8% en triples. Estaba listo para dar el salto y no esperaría a graduarse. La NBA lo llamaba y el aceptó. En ese mismo momento, le ofrecieron participar del Pre-Draft Combine, una prueba en la que le realizan todo tipo de estudios a los aspirantes a presentarse al sorteo. Desde la medida de las manos hasta su capacidad de salto, nada queda inmerso de los análisis de los expertos. 

Robert estaba confiado que sería elegido en el draft. Inclusive, viajó a New York y se alojó con sus padres en un hotel que estaba cerca del Barclays Center, el lugar adonde se estaba realizando el sorteo. Pero los nombres pasaron y pasaron y todos volvieron a olvidarlo. A lo largo de su vida fue subestimado y la NBA no fue la excepción. A pesar de ello, su agente tenía un as bajo la manga y antes del draft había arreglado un acuerdo con Rockets. 

El contrato era parcialmente garantizado y le daba la chance de jugar en Rio Grande Vipers, la filial de Houston en la G League. A su vez, fue llamado a entrenar en algunas ocasiones con el plantel superior de Rockets. Esto le permitió vivir el día a día de la liga. "Aprendí mucho de Dwight Howard. Él me dijo que nadie me regalará nada y que trabaje duro porque es un mundo frívolo en el que me pueden reemplazar fácilmente", confesó Covington un tiempo después. 

Ese consejo significaría todo unos meses después, cuando los Rockets lo cortaron para liberar espacio salarial. Afortunadamente, ocho días después del corte fue elegido en la primera posición del Draft de la G League por Gran Rapids Drive, el equipo filial de Detroit Pistons. Pero allí no ni siquiera un partido. 

Apenas dos semanas después del fichaje con Gran Rapids lo vino a buscar Philadelphia, que estaba entrando en el histórico proceso que tantos años duró. Querían que fuera uno de los jóvenes proyectos de cara a las próximas temporadas. Su primera campaña en Sixers fue dura, ya que el equipo sólo estaba interesado en perder partidos para subir puestos en el sorteo.  

Sin embargo, Covington no se inmutó y se centró en el consejo que le había dado Howard. Trabajó duro y entrenó más que nadie. El básquet, como siempre, lo premió. Saliendo desde el banco revolucionó a la segunda unidad de Sixers, empezando a aportar no sólo desde la defensa, sino también a partir de su integral ataque. En esa campaña demostró que podía jugar en la liga. Tenía versatilidad y podía aportar en todos los frentes.  

Fue una parte constante del primer proceso de Philadelphia Sixers, y también estuvo en los buenos momentos, acompañando al equipo en sus experiencias en playoffs. Se labró un nombre a base de constancia y determinación, tal y como le había enseñado Dwight Howard.  

Tras ello fue traspasado a Minnesota Timberwolves y en el último mercado de traspasos todos lo quisieron. Ya no fue el olvidado. Finalmente, Houston Rockets fue su destino y, como si todo formara parte de un plan divino, volvió a su primer amor, a aquel equipo que le había ofrecido su primer contrato en la NBA. Ese primer acuerdo lo rompieron al cortarlo, pero ahora tienen una oportunidad de volver a enamorarse.  

Y el bueno de Robert Covington ya no tiene más nada que probar. Demostró que los mejores jugadores no siempre están en el draft y que hay vida más allá del sorteo. Su ejemplo es único y evidencia que con esfuerzo, entrenamiento y constancia todo llega. Nada es imposible. Absolutamente nada. 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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