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El progreso está definido como la mejora o avance que experimenta una persona o una cosa hacia un estado mejor, más avanzado o más desarrollado. Precisamente eso está logrando Máximo Fjellerup con respecto a su tiro esta temporada. Mecánica más natural, pies encuadrados y mayor confianza son los tres factores nodales en los que se está apoyando el de San Lorenzo para seguir creciendo en la larga distancia. 

En la actualidad, tener tiro de tres puntos es fundamental. Se abren espacios, castigan defensas, permiten oportunidades para un jugador y sus compañeros y son más productivos. En definitiva, aportan un plus a todo ataque. Así lo entendió Fjellerup, quien partido a partido está lanzando con más frecuencia y eficiencia, a partir del pique o tras recepción, lastimando a los rivales que deciden concederle la oportunidad de tomar el disparo. 

Estadísticamente sus porcentajes de triples son más bajos que el año pasado, ya que promedió 35.4% en la 2018/19 y 33.3% en la temporada actual. Sin embargo, la diferencia reside en el volúmen de esos lanzamientos, puesto que esta campaña está tomando 1.25 más tiros que en la 2018/19 (de 1.32 a 2.57. A su vez, Máximo lleva convertidos hasta ahora cuatro triples menos (24) que en toda la campaña anterior en total (28). 

Esto, junto con otras variantes individuales y colectivas, le permitió aumentar su rating ofensivo de 101.2 en la temporada pasada a 104.3 en la 2019/20. Otro fiel reflejo de su mejora es el rating de eficiencia, el cual aumentó de 14.9 en la 2018/19 a 16.4 en la actual. Junto con ello, los minutos aumentaron y también la relevancia de su juego. Tal es así que su porcentaje de uso (la cantidad de jugadas de un equipo que finaliza un jugador) subió de 23.4% en la campaña anterior a 24.4% en la contemporaneidad. 

Se le pedía este tipo de cosas y Fjellerup dio un salto de calidad. Su presente es bueno, pero su futuro lo es aún más. Características físicas de corte internacional, talento, inteligencia, lectura de juego y puntos en las manos. Máximo Fjellerup tiene todo el paquete y el destino en sus propios manos. ¿El cielo es el límite? Más bien, no hay límites. Al menos no para este pibe, que va mejorando sobre la marcha. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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