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En 2017, el Zalgiris Kaunas lituano levantaba el trofeo de la liga doméstica con un joven Sarunas Jasikevicius debutando como entrenador principal y un pívot alemán de apenas 18 años, Isaiah Hartenstein, sumando sus primeras experiencias profesionales. Ocho años después, esa breve coincidencia volvió a cobrar relevancia: en 2025, Jasikevicius conquistó la Euroliga dirigiendo al Fenerbahce, mientras que Hartenstein fue campeón de la NBA como pieza clave del sorprendente Oklahoma City Thunder. Desde Lituania al mundo, sus trayectorias demuestran cómo el aprendizaje y la exigencia compartida pueden abrir puertas a la élite del básquet global.

Hartenstein, que promedió 8.1 puntos y 7.5 rebotes en las Finales ante Indiana, recordó con humor y admiración su paso por el Zalgiris. “Saras es definitivamente un técnico duro e inteligente. Llegué tras una lesión, y aunque no tuve muchos minutos, aprendí muchísimo. Se enojaba tanto que llegó a romper televisores viendo videos, pero siempre te enseñaba a prepararte en cada detalle”, dijo el año pasado a Mundo Deportivo. Esa intensidad formativa, aunque difícil, terminó siendo una semilla que años después germinó en un centro dominante en la NBA.

Por su parte, Jasikevicius también supo convertir la presión en combustible. Luego de su paso por el Barcelona, desembarcó en Fenerbahce y guió al equipo turco a conquistar la Euroliga 2025, venciendo a Mónaco por 81-70 en la final. Así, Saras coronó una evolución como técnico que comenzó justamente con aquella camada lituana donde coincidió con Hartenstein. La historia conecta nuevamente en este 2025, en el que ambos celebraron campeonatos máximos, uno en Estambul y el otro en Oklahoma City.

Las celebraciones, sin embargo, mostraron contrastes culturales. Mientras en Lituania, según Hartenstein, “solo bebían tequila duro” en los festejos, en la NBA hubo que aprender sobre la marcha. “Alex Caruso tuvo que enseñarnos cómo abrir botellas de champán”, confesó entre risas. De Europa a Estados Unidos, los caminos de Saras e Isaiah volvieron a cruzarse en lo más alto.