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Si bien en la Euroliga no hay U23 ni limitación de fichas mayores (algunos clubes tienen más de 12 jugadores contratados de hecho), que en 16 equipos que participan de la temporada 2017/18 se hayan dado 117 fichajes (7.3 de media), suena a muchísimo.

Motivos podrían buscarse en varios lados. Algunos quisieron revertir malas temporadas (Barcelona es el mejor ejemplo), otros tuvieron que suplir a jugadores que se fueron a la NBA (Fenerbahce, CSKA), otros saben que cada año pierden a sus mejores hombres por un tema económico (Baskonia, Estrella Roja) y otros se refuerzan una vez conseguido el sitio en esta élite (Khimki). 

Igual, el número asusta. Tomemos un caso al azar: Baskonia. Los dirigidos por Pablo Prigioni (un fichaje, de hecho), tiene 16 jugadores en la plantilla, incluyendo al lesionado McRae. De los 16, solamente 4 jugaron la temporada pasada: Voigtmann, Beaubois, Diop y Shengelia. O sea, 12 jugadores y un entrenador nuevos. 

Lo mismo prácticamente podría decirse de Milano, Maccabi, Estrella Roja y varios más, o del Barcelona y del retornado Khimki. Los catalanes se llevaron también al entrenador del Baskonia, Sito Alonso, y a uno de los mejores del campeón de la ACB, el Valencia, Pierre Oriola.

El otro tema que genera muchos cambios es la partida de las grandes estrellas a la NBA. Este año es particularmente doloroso, porque la Euroliga perdió a dos cracks como Milos Teodosic (Clippers) y Bojan Bogdanovic (Kings), más allá de recuperar a Chacho Rodríguez (CSKA).

No fueron los únicos que se fueron. También Cedi Osman (Cavs), Shane Larkin (Celtics) y Ekpe Udoh (Jazz), entre otros. A eso súmenle la baja por casi toda la temporada de Sergio Llull y el resultado es el que dijimos: 117 fichajes. La Euroliga seguirá siendo la elite de Europa, pero cada vez le cuesta más, sobre todo mantener a sus jugadores símbolo. Por ahora lo disimula con un mercado voraz y competitivo.