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Las Vegas. Julio de 2017. Sebastián Ginóbili vive la última etapa de una experiencia inolvidable, siendo parte del staff técnico de los Spurs en la Liga de Verano de esa ciudad, luego de haber estado en la de Orlando. Es uno de los más de 10 entrenadores que están con el plantel todo el tiempo y él chupa toda la info y situaciones que ve para guardarlo en su disco rígido. Pero le queda una historia que no se espera. La contó en el podcast que hicimos la semana pasada. 

"Un día -cuenta Sepo- viene Will Hardy, que es el asistente de Popovich en San Antonio y ahí era el entrenador principal, y me dice ¿dónde vas a comer? Y yo le dije que me iba con el español y el italiano a un restaurante que íbamos siempre. 'No, vení conmigo', me dice. Y me fui con él".

Sepo no tenía idea de por dónde venía la mano. Sigue contando: "Nos pusimos a charlar del partido en el taxi, hasta que paramos en un hotel y entramos a un restaurante que era a todo culo. ¿Qué pasa acá? me dije. Y entonces él me dice 'vamos por el costado a ese privado'. Cuando pasamos, me encuentro en una mesa en la que ya estaban sentados Pop, Ettore, Becky Hammon, Monty Williams y James Borrego, el que ahora está en Charlotte. Y había una silla vacía enfrente de Pop". 

Sepo se acercó, saludó a todos, hasta que Pop le dijo: "Sentate en esa silla. Ese es tu lugar y hasta que Emanuel no conteste que va a jugar no te movés de ahí". Ginóbili recuerda la situación con mucha gracia y alegría: "Fue el año que después contestó que iba a seguir. La verdad es que me hicieron sentir parte. Hablaba conmigo como si me conociera de toda la vida. Me acuerdo que hablamos de lo que iba a jugar San Antonio ese año. Me parecía mentira ser parte de esa conversación, pero fue de las mejores experiencias que tuve en mi vida profesional, lejos". 

Sepo vivió además ya hace años el encono de Popovich con Trump: "Hablaba de Trump como si fuera el Diablo mismo. Justo en ese momento estaba la crisis con Corea del Norte y él decía barbaridades. Yo lo miraba con unos ojos como que no podía creerlo. Fueron tres horas increíbles a las que le saque todo el jugo que pude".