Juegos Olímpicos 2008

La batalla más emotiva de la Generación Dorada: bronce ante Lituania, Beijing 2008

20:03 11/02/2020 | Argentina venció 87-75 a Lituania y se quedó con el bronce. No jugó Manu Ginóbili por lesión. Nocioni y Delfino fueron los héroes del día.

Scola había salido por cinco antes del final (Foto: FIBA)

Andrés Nocioni jugando en una pierna, Emanuel Ginóbili alentando desde el banco y agitando la toalla como si fuera un hincha más, Luis Scola empuñando su mano derecha en cada acción y Carlos Delfino deleitando con su talento ofensivo. Jugadores de rol que ese día fueron mucho más, un entrenador con temple y un rival que hasta ese momento no sabía qué era perdonar. Más que un partido fue una gesta, un ritual en el que la Generación Dorada se hizo respetar aún más.

El enfre era durante los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y algunos ilusos lo consideraron insignificativo. Pero que error fue ese adjetivo para aquel aguerrido conjunto argentino. Un equipo que estaba limitado, pero que era arriesgado y desmedido en su sacrificio, en su personalidad y en el hambre de ganar, el cual estaba a años luz de cualquier otro conjunto en la faz de la tierra. Quienes tuvieron la dicha de presenciarlo (en vivo o en televisión) supieron en ese instante que nunca habría otro igual. 

Todo comenzó en el primer cuarto, con dos seleccionados dispuestos a competir infinitamente hasta quedarse con ese preciado tercer puesto. Propio del nerviosismo, tanto Argentina como Lituania empezaron erráticos y el enfrentamiento fue parejo durante las primeras posesiones. Pero los de la celeste y blanca sentaron la pauta de agresividad a través de un golpe de Oberto a Jasikevicius en el minuto 6:54, el cual le provocó al europeo un corte cerca de la ceja que sangró levemente. Pese a ello, los europeos se mantuvieron cerca y cerraron el primer chico 24-20 gracias a un doble y falta del base que hace un par de jugadas había sido lastimado. 

En el segundo cuarto llegó la arremetida argentina a base de dobles y triples que se llevaron por delante a los contrincantes como si fueran indómitos huracanes. En ataque tuvieron buena circulación de pelota, eficiencia y solidaridad, mientras que en defensa fueron inteligentes y agresivos para cortar todas las vías de gol de su rival. Esto les permitió a los nacionales sacar una diferencia de 12 puntos al final del primer tiempo (46-34).  

A partir del tercer periodo la hazaña comenzó a ser palpable, pero no por el resultado, sino por la manera en que estaban consiguiéndolo. La defensa siempre caracterizó a la Generación Dorada y aquella vez en Asia no fue la excepción. La fiereza con la que rindieron atrás, negando líneas de pase y mitigando cualquier acción individual fue excepcional y apenas le permitió a los lituanos anotar 39 puntos en los 25 minutos que transcurrían de partido. 

Con presiones y doblajes por toda la cancha, Lituania achicó la brecha en el inicio del último reglamentario, pero Argentina otra vez se ordenó y sacó a relucir su juego en ambos costados de la cancha para volver a sacar una diferencia sustancial. Luego, el los minutos corrieron y corrieron hasta que Paolo Quinteros por fin aseguró el juego, picando la bola mientras que el reloj se apuraba en llegar a cero (87-75). Tras ello, los abrazos y las lágrimas invadieron el escenario. Nocioni no lo podía creer, Ginóbili tampoco. Pero el seleccionado nacional una vez más volvió a demostrar que menos es más, y que este equipo fue, es y será siempre el mandamás.

 

 

 

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