Los Lakers perdieron con los Nuggets como visitantes, donde D’Angelo Russell prolongó su buen momento… y Kobe Bryant se despidió de otra ciudad, Denver, una con la que tuvo una relación muy tensa durante años, por un lado por algunos duelos deportivos, pero sobre todo por la denuncia por asalto sexual que le hizo una trabajadora de un hotel en Colorado, en 2003.
Ahora, muchos años después, Kobe tuvo una bonita despedida de las Montañas Rocosas. No en lo deportivo, ya que apenas pudo jugar diez minutos y sumar cinco puntos. Lastrado por sus problemas de hombro, ni siquiera pudo volver al parquet cuando el público coreaba el “we want Kobe”, uno de los sonidos ya habituales de la temporada.
Sin embargo, Kobe compartió y devolvió los gestos de cariño del público e incluso tuvo tiempo de charlar con los aficionados que estaban sentados más cerca de él. Unos niños le supieron decir hasta el nombre de su perro y Kobe, como premio, se quitó las zapatillas, las firmó y se las entregó entre aplausos del resto de aficionados: “Es genial poder hablar con los aficionados, me lo paso muy bien. Quería estar allí por la gente, para agradecerles su seguimiento durante tantos años. Si no, ni hubiera jugado el partido tal y como tenía el hombro”.