Kinder Bologna 2000/01: el equipo de Ginóbili y la triple corona
17:06 02/02/2020 | En la temporada 2000/01 ganaron la Serie A1, la Copa de Italia y la Euroliga. Ginóbili era figura. Messina era el entrenador.
El cometa Halley es grande, brillante y majestuoso. Pero es celoso e insólito. También es una anomalía que sucede muy pocas veces, más precisamente cada 75 años. Los expertos dicen que durante la vida de una persona puede aparecer sólo dos veces. Tal es así que el último que sorprendió a todos ocurrió en 1986, y el anterior a ese en 1910. Intrépido, histérico y majestuoso, es una maravilla única que merece todos los adjetivos adquiridos a lo largo del tiempo.
En la tierra también suceden esta clase de fenómenos y uno de ellos fue el equipo de Kinder Bologna en la temporada 2000/01, en la cual se quedaron con la Liga Italiana (Serie A1), la Copa de Italia y la Euroliga. Guiados por Manu Ginóbili en la cancha, quien en ese entonces era el mejor jugador fuera de la NBA por escándalo, y por Ettore Messina en el banco, los tanos revolucionaron Europa en menos de un respiro, arrasando en todas las competencias y desplegando un básquet único y completamente especial.
Marko Jaric, Hugo Sconochini, Antoine Rigaudeau, David Andersen y otras leyendas FIBA formaban parte de un plantel que se armó para ganarlo todo. Defensa aguerrida e inteligente, ataques colectivos con muchas armas en donde nunca se sabía de donde vendría el golpe. Era un sistema que potenciaba a todos, sin importar sus características, sus talentos o sus roles, los cuales estaban entendidos a la perfección como si hubieran sido escritos en un testamento.
Campeones por costumbre
Primero llegó la celebración en el Scudetto, en donde perdieron apenas cinco de los 33 partidos que disputaron durante la temporada regular. Luego, en playoffs, los de Messina no fueron derrotados ni siquiera en una ocasión (9-0) y en la final vencieron al clásico rival de la ciudad, Fortitudo Bologna, por 3-0, brindando las primeras pruebas de que este equipo estaba listo y enfocado para llevarse el mundo por delante sin preguntar.
Después llegó el turno de la prestigiosa Copa de Italia y allí el Kinder tumbó al Scavolini Pesaro en un encuentro sin oposición, en el cual finalmente Goliat se impuso a David para ganarle 83-58 y alzar su segundo trofeo en menos de dos lustros, con todo lo bueno por venir y con el hambre de gloria sin dejar de existir.
La Euroliga, un torneo aparte
Pero todo cambió en la Euroliga, adonde los del Kinder Bologna debieron batallar con uñas y dientes para celebrar el último título del periplo. Enfrente estaba un equipo imponente, también único en la historia: la Tau Cerámica de Fabricio Oberto, Luis Scola y Elmer Bennett. El primer partido fue para los españoles, quienes le ganaron a los italianos en su casa (65-78) para demostrar que los dioses también sangran.
En el segundo encuentro la cosa se balanceó y Kinder logró sobreponerse a la presión y le ganó a sus vecinos europeos por 94-73, gracias a un excelente partido del capitán Rigaudeau, que anotó 23 puntos. En la tercera presentación Bologna se tomó revancha por la primera derrota en su estadio y se llevó un triunfo del Fernando Buesa Arena (60-80). En ese enfrentamiento fue Ginóbili el más destacado y el más indómito, ya que anotó nada más y nada menos que 27 puntos. Además tomó cuatro rebotes y repartió dos asistencias.
El cuarto cruce fue para Tau Cerámica, que salió enfocado (24-17 el primer parcial) y no le puso la celebración en bandeja a los italianos (96-79). Todo se definió en el quinto juego, en el partido que ningún amante del básquet puede rehusarse a ver. Y el encuentro tampoco defraudó y en todos los parciales hubo paridad hasta que finalmente Kinder Bologna se alejó y sacó diferencias claves gracias al tridente, Rigaudeau, Jaric, Ginóbili, que aportó 50 de los 82 puntos totales del equipo. El resultado final fue 82-74 y esto les permitió a los de Messina ganar el torneo que les faltaba, la frutilla del postre que más tardo en llegar.
Un equipo único
Ginóbili fue el mejor de Europa, Jaric se marchó a la NBA, Andersen siguió haciendo historia en el Viejo Continente y Rigaudeau también probó suerte en Estados Unidos, pero terminó retirándose un tiempo después por una lesión en la rodilla. Todos y cada uno de ellos pusieron a Bologna y a Italia en lo más alto del mundo, fueron especiales y nunca más volvieron a aparecer. Eran un cometa Halley que hasta el día de hoy despierta admiración y una interrogación. ¿Volverá a ocurrir un suceso similar? Nadie lo sabe... pero todos lo esperan.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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