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Michael Jordan era el mejor jugador del planeta. Drazen Petrovic el mejor de Europa. Ambos eran escoltas y tenían un talento innato para practicar el deporte de la naranja. Ambos también poseían una ética de trabajo única y odiaban perder, tanto que venderían a su propia madre por llevarse la victoria. Eran dos mundos tan disímiles como parecidos y una noche de 1992, hace exactamente 28 años, se enfrentarían en un duelo de titanes digno de película. 

Posesión por posesión el partido se convirtió en un espectáculo de dos hombres. Por un lado Michael Jordan recibía en el poste medio y anotaba a su anotojo. Competitivo como nadie, el 23 le decía al europeo: "No me podés parar, no me podés parar". Petrovic lo respetaba y no emitía gestos ni sonidos, pero respondía con canastas imposibles del otro lado, saliendo de las cortinas y lanzando a pesar de la aguerrida marca de los defensores de Chicago Bulls. 

En los emparejamientos Petrovic sufrió ante Jordan, ya que le tocaba defenderlo. Posteos, stepbacks, alley-oops y muchas otras fantasías le permitieron al de la Ciudad del Viento dominar el partido en ataque. Del otro lado, el genio de Sibenik estaba calmado pero seguía siendo eficiente y mantenía a los suyos en ritmo, aprovechando que no era Michael quien lo marcaba. Triple tras triple, bandeja por bandeja, ambos conjuntos se enroscaron en una lucha única. 

El partido fue parejo hasta el último cuarto, en el cual Jordan y los Bulls desataron toda su furia, anotando 40 puntos y permitiendo apenas 19 a su rival. Jordan conocía el talento de Petrovic, y no le gustaba que lo comparen con él, por lo que se encargó de derribar el asunto posesión por posesión, inventando lujos y bandejas pasadas que terminaron liquidando el encuentro a favor de Chicago por 133-113. 

Jordan terminó el partido con 34 puntos, siete asistencias y seis rebotes, mientras que Petrovic totalizó 23 puntos, cuatro asistencias y seis rebotes. Los guarismos son resonantes, pero lo destacable es el duelo que todos disfrutaron. Fue un choque de dos mundos, el Viejo Continente y el americano. El rock and roll y la música clásica, la guerra y la paz, lo sólido y lo líquido. Lamentablemente, un tiempo después falleció Drazen y el tiempo nos privó de seguir viendo esta clase de duelos. Pero en la memoria colectivo estos choques siguen y seguirán vivos. Porque eso, al fin y al cabo, es lo mantiene vivo. 

28 años de este PIQUE

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— Gigantes Vintage (@GIGANTESVintage) February 12, 2020

Ignacio Miranda/ [email protected]
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