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Historia de una foto: Argentina 1998, antes de la explosión

12:02 06/02/2020 | Ese 1998 es un año clave, bisagra, entre una etapa con muchas frustraciones y otra que superó cualquier expectativa previa.

El equipo en el MSG. Arriba: De la Fuente, Osella, Sánchez, Wolkowyski, Oberto, Nicola, Montecchia, Simoni, Milanesio, Espil, Serna (kinesiólogo), Grippo (médico) y Fidalgo (utilero). Abajo: Sconochini, Tolcachier (asistente), Lamas (entrenador), Magnano (asistente) y Ginóbili.
La historia argentina referida al básquetbol ha tenido como característica principal los altos y bajos. Se arrancó siendo potencia mundial a fines de los ’40, llegándo al título en la primera Copa del Mundo en 1950, para desaparecer del escenario internacional central durante varias décadas, hasta 1998.

Ese año podría marcarse como un antes y un después. En 1996 Guillermo Vecchio había renunciado a su cargo de entrenador de la selección argentina, asumiendo en su reemplazo Julio Lamas. Una apuesta fuerte de la Confederación, tras la negativa de Rubén Magnano. Lamas tenía en ese entonces apenas 32 años, edad poco habitual para hacerse cargo de una selección. Esto era producto de la Liga Nacional, donde desde su surgimiento en 1985 habían aparecido un montón de jóvenes con todas las ganas de cambiar la historia: Lamas, Néstor García, Sergio Hernández, Pablo Coleffi, hasta incluso Oscar Sánchez, un poco mayor que ellos. Todos habían debutado en la Liga con menos de 30. 

La parada para Lamas no era simple. Entre otras cosas, por la duración que tenía su contrato (hasta los Juegos Olímpicos de Sydney, si se clasificaba), era altamente probable que tuviera que decidir en algún momento la no continuidad de figuras históricas del equipo, como Marcelo Milanesio. Además, un año antes, en el Mundial Sub 22 de 1997 disputado en Melbourne, Australia, había dirigido a un plantel de chicos que pedían cancha a gritos y prometían un futuro venturoso. En ese equipo, entre otros, estaban Emanuel Ginóbili, Fabricio Oberto (que ya jugaba en la selección mayor desde 1995), Pepe Sánchez, Luis Scola, Gabriel Fernández, Leandro Palladino, Lucas Victoriano y Leo Gutiérrez. La renovación en el equipo que iba a participar en el Mundial de Grecia en 1998 era inevitable. 

Como paso previo al Mundial de Atenas, la selección fue invitada a participar en los Juegos de la Buena Voluntad, que se iban a realizar en New York, en julio. Unos días antes, Lamas había tenido que tomar una decisión muy difícil en la concentración del equipo en el Hotel Claridge de Buenos Aires. Eligió llevar al Mundial a Emanuel Ginóbili en lugar de Jorge Racca. Jorge era muy amigo de Milanesio, y para muchos la situación podía generar problemas. Otro inconveniente surgió en los días cercanos al viaje a Estados Unidos. Una lesión dejaba sin torneo a Lucas Victoriano, siendo reemplazado por Pepe Sánchez, que ya estaba en Estados Unidos para iniciar su ciclo lectivo en la Universidad de Temple. Pepe, por cercanía, viajó directo a New York y allí se reunió con el resto del plantel.

Tras las modificaciones mencionadas, el equipo quedó definido. Bien podríamos dividirlo en dos partes. La histórica (Milanesio, Espil, Wolkowyski, Nicola, De la Fuente, Osella y Simoni) y la nueva (Montecchia, Sconochini, Ginóbili, Sánchez y Oberto). Montecchia y Sconochini eran de la misma camada de Nicola y Wolkowyski, pero jamás habían sido tenidos en cuenta por Vecchio. En New York se empezó a ver algo distinto. Luego de perder ante Australia en la jornada inicial por 12, se llegó a suplementario ante la poderosa Lituania (perdimos 81-77) y se le ganó en la jornada decisiva nada menos que a Rusia (sería en Grecia subcampeón del mundo), sin Oberto, lesionado.

Ya en Atenas, el debut fue soñado: victoria ante Australia, una potencia. Por distintos motivos, luego las cosas no terminarían saliendo del todo bien, aunque algunos avances notorios se habían producido: estábamos entre los ocho mejores, podíamos jugarle de igual a igual a los favoritos, volvíamos a tener un pivote de jerarquía mundial (Oberto), después de 25 años y, sobre todo, aparecía un grupo de jóvenes que pintaba.

Tras el Mundial, en la edición inaugural de Básquet Plus revista, en una entrevista con Julio Lamas le preguntábamos si había quedado satisfecho con la decisión de llevar a Ginóbili. Lamas contestó: “Sí, totalmente. Considero que es un jugador con proyección internacional y, mientras yo sea entrenador nacional, siempre va a estar convocado”. Manu todavía no había jugado en Europa. Un visionario.

Los Juegos de la Buena Voluntad de Estados Unidos fueron, entonces, un poco el punto de partida en mayores de la generación que terminaría consagrándose en los Juegos Olímpicos de Atenas en el 2004 y que durante muchos años, hasta hoy, se metió en el lote de los mejores cada vez que se presentó en un torneo grande. Lo que son las casualidades. En esa misma ciudad, Atenas, 6 años antes, prácticamente habían dado el primer paso.

 

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