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Como se venía especulando desde hace unos días, finalmente llegó la noticia: Tim Duncan decidió dejar la actividad profesional, tras 19 temporadas con los San Antonio Spurs, en lo que representa una de las carreras basquetbolísticas más exitosas de todos los tiempos.

Se hace imposible resumir tanta gloria y tantos matices en estas líneas, pero si hubiera que quedarnos con una palabra para definir lo que ha sido su paso por la NBA, sería: ejemplo. Desde todo punto de vista. Humano y deportivo, Duncan es exactamente lo que cualquier dirigente, entrenador, fanático y compañero, pretende de una estrella.

Los números no terminan de definir su legado, pero ayudan a contextualizarlo: 15 All-Star Games, un Rookie del Año, tres MVP de Finales y dos MVP de fase regular. También estuvo en 15 equipos defensivos ideales y en otros 15 mejores quintetos de la temporada. Y por supuesto, ganó cinco campeonatos. Su retiro lo encuentra con promedios de 19 puntos, 10,8 rebotes y 3 asistencias, en 1392 partidos (todos ellos con San Antonio).

Pero como ya dijimos, no son los datos fríos los que marcan su legado. De hecho, no importa dónde pongamos la lupa, encontramos grandeza. Desde sus fundamentos perfectos para jugar de espaldas al aro, hasta su sensacional posicionamiento e inteligencia defensiva. El juego del nacido en Islas Vírgenes nunca tuvo puntos flacos, siendo desde bueno hasta excelente, en todos los aspectos.

Duncan es un clásico caso de liderazgo desde el ejemplo. Nunca hizo declaraciones fuertes ni precisó de grandes gestos para marcarle el camino a sus compañeros. Fueron las acciones y su forma de manejarse, las que no solamente lo guiaron en estas casi dos décadas, sino las que le dieron una identidad única a los Spurs en su conjunto.

Que San Antonio prácticamente no haya tenido inconvenientes extrabasquetbolísticas en estos 20 años, no solo tiene que ver con la coherencia y el ojo de Popovich y Buford. Sino también con un líder que hacía imposible que aparecierán este tipo de cuestiones. ¿Quién podía preocuparse por sus números cuando una estrella como Duncan siempre priorizó lo colectivo por sobre lo individual?, ¿o enojarse ante algún reto de Pop, si el surgido de Wake Forest era el primero en recibirlos y aceptarlos?

En una era de exaltación de lo individual, de marketing, de concursos de popularidad y de egos, Duncan se mantuvo al margen y demostró que otra forma es posible, no solo teniendo el mismo éxito que muchas mega figuras de la NBA, sino que incluso superando a la mayoría de ellos (su récord de 5-1 en finales habla por sí mismo).

¿Qué lugar tendrá Duncan en la historia de la liga? Para empezar, y más allá de ser una apreciación sumamente arbitral, podemos decir que se ha retirado el mejor ala pivote de todos los tiempos, y seguramente, un top 10 (o hasta top 5) teniendo en cuenta todas las posiciones. El paso del tiempo suele ser injusto para este tipo de jugadores, cuando empiezan a ser valorados simplemente por sus números, por personas que apenas lo conocieron mediante algún video o compacto. Pero para los que sí lo hicimos, la dimensión de su carrera es gigantesca.

En el retiro de Larry Bird, su enemigo deportivo, Magic Johnson, dejó una frase muy clara: "Nunca, nunca habrá otro Larry Bird". Y sin tomar demasiados riesgos, podemos decir lo mismo de TD: Nunca, nunca habrá nadie igual a Tim Duncan. Pueden llegar mejores anotadores de poste bajo, defensores más explosivos, jugadores con más campeonatos o incluso mejores líderes, pero creemos que nunca en una combinación tan perfecta y armoniosa. No hubo ni habrá nadie igual.