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Kim Jong-un es el dictador de Corea del Norte. No es muy fanático de los derechos humanos, pero sí de los Chicago Bulls de Michael Jordan, Scottie Pippen y Dennis Rodman. Su ídolo en la NBA fue este último, a quien siempre admiró por su agresividad y pasión dentro de la cancha. Tal es así que un día lo invitó a pasar unos días en su país, permitiéndole ser uno de los únicos extranjeros de la historia en tener la oportunidad visitar el lugar. 

Su estadía duró un par de días, pero eso fue suficiente para que las dos divergentes personas se transformaran en grandes amigos. Su relación paulatinamente creció y el norteamericano visitó Corea del Norte múltiples veces en los próximos años. Dennis creía que podía ser un embajador y achicar la brecha entre el país asiático y Estados Unidos. Incluso, en el cumpleaños de Kim Jong-un organizó un partido amistoso entre exjugadores de la NBA. 

Fue criticado por muchos medios en Estados Unidos e incluso la propia embajada norteamericana desmintió todo tipo de relación con el jugador. A pesar de todo, Dennis continuó invirtiendo en la relación y los frutos se pudieron ver en 2019, cuando Donald Trump accedió a reunirse con el mandatario de Corea del Norte. Se encontraron en una cumbre y se dieron la mano, dando paso a un nuevo camino en las relaciones de ambos países. 

La amistad entre Rodman y Jong-un pareció insignificante pero traspasó las fronteras del básquet y permitió que dos países entablen diálogos amistosos y positivos. El de Corea del Norte es un dictador y el de Estados Unidos no se caracteriza por ser amigable. Nada de eso importó y un exjugador de la NBA logró unir a los dos líderes. Una historia peculiar, todo gracias a Dennis, el más rebelde de la historia del deporte de la naranja. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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