Dennis Rodman y el logro que lo convirtió en leyenda
08:59 19/04/2020 | En 1992, el ala pivote lideró a la competencia en rebotes por primera vez en su carrera y promedió números que no se veían desde los tiempos de Wilt Chamberlain. Un repaso a aquel hito.
La gran mayoría de las estrellas de la NBA destacan por sus cualidades ofensivas, por sus apariciones en las jugadas decisivas o por alguna que otra acción en la que se les permita brillar ante la atenta mirada de todos. Muy pocos estan dispuestos a realizar el "trabajo sucio", a echarle tierra encima a su nombre para priorizar el bien común. Sin embargo, existió una leyenda que forjó su identidad gracias a esos aportes. Alguien que no sólo aceptaba esos retos, sino que los amaba: Dennis Rodman. Y, hace exactamente 28 años, dio uno de los grandes ejemplos de ello al liderar por primera vez a la liga en rebotes con unos promedios más que llamativos.
Para la temporada 1991/1992, Rodman ya había sido dos veces campeón de la NBA, dos veces Mejor Defensor del Año y era reconocido como una de las piezas clave del sistema defensivo de aquellos Detroit Pistons. Sin embargo, en esa campaña fue cuando dio el verdadero salto hacia el asombro: promedió 18,7 rebotes luego de acumular un total de 1530, cifras que no se veían desde que Wilt Chamberlain cerrara el curso de 1971/72 con una media de 19,2 y 1572 en su totalidad. ¿El dato más importante? Entre el legendario pivote y El Gusano había una diferencia de altura de quince centímetros.
Su dominio de los tableros fue histórico. Semejante producción supuso el 42% de los rebotes totales de su equipo, el porcentaje individual más alto en la historia de la competición. En una Era en la que los "grandotes" todavía reinaban, él emergió como la fuerza reboteadora más determinante de todas. Ese fue su primer título en ese apartado estadístico, pero no el único: sería el inicio de una racha de siete liderazgos consecutivos, en el que su media más pobre fue de 14,9 por encuentro.
Eventualmente, Rodman llegó a Chicago Bulls e hizo su invaluable aporte al desarrollo del conjunto que logró el segundo tricampeonato con Michael Jordan como punta de lanza. Sus locuras fuera de la cancha comenzaron a opacar su injerencia dentro de ella, pero es imposible olvidar la importancia que ha tenido en la consolidación de un concepto tan básico como vital: que existen diferentes maneras de convertirse en una estrella, incluso para los que son lo suficientemente valientes como para aceptar el trabajo sucio.
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