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Más allá de los justificativos, no hay dudas de que los últimos dos FIBA Américas de Brasil han pasado a la historia como los peores del conjunto sudamericano, desde la creación del torneo, allá por 1980.

Es cierto, en ambos concurrieron con un equipo B y en este caso, ya estaban clasificados a los Juegos Olímpicos por ser los organizadores. Sin embargo, una marca combinada de un triunfo y siete derrotas, no deja de llamar la atención para una de las potencias de la región.

Repasando partido a partido, un dato llamativo es el bajísimo goleo del seleccionado de Magnano. Aunque el argentino le ha cambiado parte de la identidad al básquet brasilero, tornándolo uno mucho más defensivo, el que promedien apenas 66 tantos por presentación, sorprende.

Hace algunos años se hablaba de una gran camada de renovación para el baloncesto brasilero, pero a muchos de sus jóvenes les ha costado hacer la transición de excelentes proyectos a rendir en el profesionalismo. Hay excepciones, claro, pero no al punto de generar una base de recambio importante.

Por físico, capacidad atlética y hasta técnica, los juveniles brasileros suelen ser mucho más atractivos para las mejores ligas del Mundo, especialmente la NBA, que los argentinos. En los Drafts de la mayoría de los años podemos encontrar 2 o 3 jugadores de dicho país, con chances de ser seleccionados. Pero, ¿por qué no se traslada eso luego a una línea de renovación para los Barbosa, Hilario, Huertas, Splitter o Varejao? Difícil de explicarlo. 

Lo llamativo, es que en este FIBA Américas, a pesar de la clasificación asegurada, Brasil ni siquiera apostó por un plantel joven, sino por un grupo de segundo nivel, pero con bastante experiencia. Entonces, ¿se dejó de lado a algún joven o estos no han sabido ganarse su chance?

Por otro lado, lo que en principio parece una virtud, se ha vuelto un problema para los brasileros. Ya no sólo no cuentan con sus figuras NBA, sino tampoco con la nueva generación que ha llegado a esa competencia, como Bruno Caboclo, Raulzinho, Lucas Nogueira o Cristiano Felicio.

Hoy todos ellos son más proyectos que realidades (quizá exceptuando a Raulzinho) y cuesta entender por qué no se aprovechó un torneo como el Preolímpico para darles rodaje. Ninguno es pieza clave en sus equipos NBA, quienes por otro lado, no tienen derecho a negar su citación, siempre y cuando no haya un problema físico de importancia. ¿Se los guarda para Río? OK, pero para varios será su primer torneo grande con minutos y sin un paso previo tan importante como necesario en sus espaldas.

En esa realidad está hoy Brasil, entre proyectos que no terminan de explotar y otros que por distintas razones, no figuran a nivel seleccionado. Mientras tanto, un equipo que había sido finalista en cuatro de seis FIBA Américas del 2000 en adelante, obtuvo sus dos peores resultados históricos en el certamen, dejando una muy pobre imagen en ambos.

Nadie pone en duda de que al estar completo, Brasil es un rival de temer. Pero a la vez, que no puedan encontrar un punto medio para cuando no lo están, no deja de ser un defecto significativo y que debe preocupar a todo el básquet verdeamarelo.