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Corrían los rocanroleros años 70 y Bill Walton era uno de los más fieles representantes de la época, con su melena colorada larga, sus 2.13 metros vestidos a la usanza y su costumbre vegetariana. Walton era un pivote dominante y había ganado el título con los Blazers en 1977, pero se había perdido la campaña 1978/79 por una lesión. 

En ese contexto, San Diego Clippers apostó y fue por él. La negociación contractual fue toda una historia, y curiosamente no por lo económico. En lo monetario también era curioso su acuerdo, porque el salario era de 200.000 dólares la temporada, pero si el equipo ganaba el título y él jugaba regularmente, podía llevarse hasta 1.3 millones. 

Sin embargo, lo que hizo que recién firmaran dos días después del comienzo de la pretemporada fue algo absolutamente insólito: Walton quería que los Clippers le consiguieran 64 entradas, 8 para cada uno de los 7 conciertos que iba a dar Bruce Springsteen en octubre de ese año en Los Ángeles en el Sports Arena. 

Es más, no las quería gratis. Las pagaba, pero estaba todo vendido desde hacía tiempo. El general manager de los Clippers, Carl Scheer, no sabía ni quién era Springsteen, The Boss. "Ya estábamos cerrando el acuerdo cuand Bill salió con el tema de las entradas. Tuve que llamar a un montón de personas para conseguirlas, hasta que finalmente lo logré con el asistente del manager del Sports Arena, Glen Mon".

Al momento de firmar el contrato, Walton solo hizo corregir un dato. El total de entradas para Springsteen eran 56. "Cuando hice la suma me dí cuenta que 8 entradas por 7 conciertos eran 56, no 64", reconoció el bueno de Walton. Ese año, el pivote terminó jugando solo 14 partidos y siguió con su carrera plagada de lesiones que le impidieron jugar las siguientes dos temporadas completas. Eso sí, vio a Springsteen en los 7 conciertos.