NBA

¿Quién fue el mejor base en la historia de la NBA?

10:54 05/04/2020 | Desde Oscar Robertson, pasando por Magic Johnson y John Stockton hasta Stephen Curry, un repaso por los más destacados bases que ha dado la liga.

Cousy, Robertson, Johnson, Stockton y Curry fueron bases que marcaron una época. (Foto: NBA)

La historia de la NBA ha estado plagada de estrellas capaces de crear para los demás y manejar los hilos de sus equipos. Si bien las posiciones mutaron y los bases han pasado a cumplir también otras funciones, todos los grandes exponentes de ese puesto tienen una cosa en común: sin ellos, la fluidez del juego sería totalmente distinta.

Establecer una jerarquía entre tantas figuras es algo casi imposible, pero también es cierto que muchos de estos jugadores marcaron una época y emergieron como referentes de la misma. Bob Cousy fue, quizás, la primera gran estrella en la posición de base. El neoyorkino fue, junto a Bill Russell y Red Auerbach, el máximo responsable del funcionamiento de aquellos Boston Celtics que dominaron el final de la década de los cincuenta y el inicio de la del sesenta. Cousy ganó seis campeonatos, fue MVP de la temporada regular en una ocasión, participó trece veces del All-Star Game (en dos fue MVP) y lideró a la NBA durante ocho campañas consecutivas en el apartado de asistencias. Más allá de sus títulos y reconocimientos, ostenta el honor de haber sido uno de los pioneros del espectáculo, de los pases sin mirar y de los ataques en transición como estilo de juego.

Oscar Robertson fue capaz de resaltar durante los sesenta y también brilló en los setenta. En cierto punto, el exjugador de Cincinnati Royals y Milwaukee Bucks revolucionó su puesto en la cancha: no sólo dominó desde las funciones primordiales de un base, sino que también extendió su juego a otras facetas que, por esos tiempos, no estaban tan emparentadas con la posición. The Big O anotaba como los mejores, creaba situaciones en ofensiva para los demás y también reinaba en los tableros. Fue MVP en 1964, campeón en 1971 y estuvo en la cima de los asistidores en seis campañas. Robertson participó de trece All-Star Games y terminó su carrera de catorce temporadas con un promedio de 25,7 puntos y 9,5 pases gol por encuentro, además de mantenerse como el jugador con más triples-dobles en la historia, con 181.

Los años setenta no estuvieron marcados por una dominancia absoluta de algun base estrella en particular. A pesar de eso, aparecieron figuras que sí profundizaron la evolución del puesto y la importancia de la función del creador. Tal vez Pete Maravich, Walt Frazier, Nate Archibald, Dennis Johnson y Maurice Cheeks sean los mejores representantes de este aspecto. La NBA tuvo que esperar hasta los ochenta para encontrar a un point guard verdaderamente trascendente.

Ese era Magic Johnson, el joven que tomó por asalto a la liga desde su llegada. La leyenda de Los Angeles Lakers se encargó de hacer explotar todo lo que los otros habían desarrollado y estableció un juego vistoso, veloz y basado en su impacto y visión de juego. El Showtime le dio cinco campeonatos a la franquicia angelina y Magic se hizo un lugar en la élite de la élite: fue tres veces MVP de las Finales y de la temporada regular, All-Star en doce ocasiones, lideró a la NBA en asistencias durante cuatro campañas y sólo bajó de los 9 pases gol de promedio por partido en dos años de su carrera. Quizás nadie, ni antes ni después, haya podido representar mejor lo que significa ser un base.

Decir que Magic fue el único armador dominante de esa década sería una gran mentira. A la presencia de Cheeks y Dennis Johnson se le sumó la de Isiah Thomas, el otro base capaz de ser la cara de un equipo campeón en esos tiempos. Como líder absoluto de los Detroit Pistons, el nacido en Chicago ganó dos títulos, fue MVP en una de esas Finales y adelantó a todos en el apartado de asistencias en 1985, para terminar su carrera con una media de 9,3.

El Draft de 1984 dio al que sería el monarca de la posición en los noventa: John Stockton, un joven que comenzó su carrera como suplente y la terminó siendo no sólo el jugador con más asistencias en toda la historia, sino también el que más robos acumuló. Que a su trayectoria le faltó un campeonato es algo tan obvio como insignificante a la hora de hablar de su impacto. El perimetral de Utah Jazz fue el máximo asistente de la NBA en nueve campañas, sumó un total de 15,806 pases gol y comandó, junto a Karl Malone, la nave de un conjunto que sólo cayó en las Finales ante los Chicago Bulls de Michael Jordan. Stockton se ajustó a la perfección a lo que el puesto pedía y siempre será una de las mentes más brillantes que pasaron por la competencia. En esa misma década, Gary Payton fue otro de los que supo destacar como un maestro del pase y de la intimidación. Hasta el momento, es el único base que ha ganado el premio al Mejor Defensor del Año.

En 1994 y 1996 llegaron a la liga Jason Kidd y Steve Nash, respectivamente. La camiseta de Phoenix Suns y Dallas Mavericks no es lo único que esos dos compartieron. También se dividieron, a su manera, el dominio del puesto. Kidd resaltó por ser un base completo, capaz de replicar lo que jugadores como Oscar Robertson y Magic Johnson habían hecho. Estuvo a punto de quedarse con el título cuando defendía los colores de New Jersey Nets y luego alcanzó la gloria con los Mavericks. En el medio, lideró a la NBA en asistencias cinco veces y se quedó con el segundo puesto del ranking histórico de ese apartado. Nash, por su parte, fue la piedra fundacional de un estilo renovado del Showtime que se gestó en los Suns y luego se esparció a varios equipos. Su explosión como un armador omnipresente y capaz de castigar cualquier error rival a través del pase le valió dos MVP de temporada. Jamás pudo levantar el trofeo Larry O'Brien, pero moldeó a la nueva generación de bases y terminó en la tercera colocación entre los máximos asistentes de todos los tiempos.

El nuevo milenio también trajo a jugadores de la talla de Chris Paul, merecedores de este reconocimiento por su sólida carrera y la trascendencia que han tenido en el funcionamiento de sus conjuntos. Russell Westbrook, Derrick Rose, James Harden y otros jóvenes llegaron para cuestionar el significado del base puro, pero nadie lo ha hecho con la fuerza de Stephen Curry. Este fue constantemente menospreciado por sus capacidades creativas, catalogado como un mero tirador o un híbrido sin puesto.

Allí radica la gran virtud del de Golden State Warriors. Curry revolucionó la forma de entender esa función, agregándole diferentes atributos que ya estaban pero que se potenciaron con su presencia. Que sea uno de los mejores tiradores de todos los tiempos nunca le ha impedido mover los hilos de una de las ofensivas más devastadoras que se hayan visto. De hecho, la diferencia en el funcionamiento entre los partidos en los que él está y los que no es abismal. No sólo crea desde el pase, que es una de sus habilidades más infravaloradas, sino también desde la amenaza que supone su lanzamiento. A partir de allí, el base de los Warriors opera para sacar ventajas y hacer mejores a sus compañeros. Tres campeonatos, dos MVP de temporada y seis participaciones en el All-Star Game lo avalan.

Leandro Carranza/[email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @leocarranza99

 

Compartir