De promesa NBA a romperla como DJ, la increíble historia de Rony Seikaly
20:40 04/04/2020 | Nació en Líbano y se mudó a Grecia de pequeño. La rompió en Syracuse y Miami lo eligió en Draft. Actualmente es DJ y empresario de bienes raíces.
La vida da muchas vueltas y en cada vuelta hay un amor. Ese sentimiento se presenta de vastas formas y en cada oportunidad provoca emociones distintas. Algunos encuentran una pasión y se atan a ella para toda la vida. Otros, aún más afortunados, se van encontrando con ella en diferentes oportunidades. Este es el caso de Rony Seikaly, quien logró cumplir su sueño de llegar a la NBA y también es DJ y agente inmobiliario.
Tiene 54 años, pero da la sensación de que ya vivió más de 100 lustros. Nació en Líbano, se mudó a Grecia de pequeño, fue una leyenda universitaria, la rompió en la NBA y se animó a ser un músico de renombre. Por si esto fuera poco, actualmente es propietario de una empresa de bienes raíces y ganó un millón de dólares en tres trabajos distintos. Su vida es una película, en el mejor sentido de la palabra. Un film de fantasía, de esos que parecen una quimera, una utopía.
Inicios complicados
Rony nació en Beirut, la capital de Líbano, pero de pequeño debió mudarse a Grecia junto a su familia por la guerra civil en la que se encontraba inmerso el país. En su lugar de origen el básquet no era uno de los deportes más importantes, por lo que él nunca le prestó mucha atención, a pesar de ser sumamente alto para la edad que tenía. Pero todo cambió cuando se encontró con Takis Koroneos, una leyenda de Panathinaikos.
Seikaly necesitaba unas zapatillas nuevas y, de mera casualidad, entró a la tienda de Takis, quien inmediatamente se sorprendió por su altura. Sin vueltas, el de Panathinaikos le preguntó si jugaba al básquet y Rony le contestó que no, por lo que lo invitó a participar de un entrenamiento en el club. Así fue que con 16 años Rony tuvo su primera experiencia con la naranja. Su impacto fue total y a partir del primer entrenamiento demostró que tenía cualidades especiales. Podía volcarla, realizar tapas espectaculares y jugar con una envidiosa facilidad.
El destino a su favor
En su vida todo parecía ser casualidad y el destino volvería a regalarle algo en una visita que Rony realizó a su hermano en Nueva York. En medio de su paso por el continente americano, Rony vio un aviso en el que Syracuse University haría una prueba de jugadores y decidió anotarse. Pero al llegar al colegio otra vez provocó el asombro de propios y extraños, y fue el mismísimo entrenador de básquet de la universidad el que le dijo: "No hace falta que hagas la prueba, vení a jugar hoy a la noche y vemos cómo andás".
Ni lento ni perezoso, Rony se presentó a la cita y el evento fue una cuestión ceremonial. Fue el mejor de la cancha por escándalo y, tras el partido, el entrenador de Syracuse le hizo firmar una carta de intención. Su futuro estaba en la universidad. Sería un jugador de básquet con una beca deportiva para vivir en uno de los mejores colegios del país norteamericano.
La cosa no terminó ahí, y al volver a Grecia comenzó a recibir múltiples cartas de distintas universidades de Estados Unidos que deseaban reclutarlo. Los más prestigiosos colegios se habían hecho eco de su talento y querían sumarlo a sus programas. A pesar de eso, y de los consejos de sus pares en territorio helénico, quienes decían que en Syracuse no jugaría mucho, rechazó todas las ofertas y armó su bolso para ir en busca de su propio sueño americano.
Impacto inmediato
Al llegar a New York fue un ciudadano más, que ya dominaba el inglés, pero no los ritmos dentro de la cancha. No era el mejor, pero sí quería derribar todos los prejuicios y las críticas de aquellos que en Grecia le habían dicho que no tenía chances en la NCAA. Paulatinamente, Rony fue mejorando hasta que, en su tercer año, consiguió ser uno de los líderes del equipo que consiguió campeonato, adonde promedió 22 puntos y 11 rebotes.
Finalmente, su paso por Syracuse fue legendario. Se graduó siendo el líder histórico en rebotes, el segundo mejor en tapas y el cuarto en puntos totales. Además, fue uno de los dos únicos jugadores en la historia de la universidad en convertir al menos 1.000 tantos y 1.000 rebotes. Tal fue su relevancia que hasta el día de hoy su dorsal número 4 se mantiene retirado, colgado en el techo de la cancha de básquet del colegio.
Lo mejor está por venir
En menos de 20 años, Rony pasó de ser un diamante en bruto del Panathinaikos a una estrella de la NCAA y muchas franquicias de la NBA comenzaron a interesarse por sus servicios. Este fue el envión necesario que empujó a que Rony se presente al Draft en 1988. En una época en la que no muchos prospectos internacionales triunfaban en la liga norteamericana, el de Líbano estaba dispuesto a demostrar otra vez lo contrario.
Y así fue desde ese sorteo, adonde Miami Heat lo seleccionó con el noveno pick del Draft NBA de 1988. Iba a ser el primer jugador en la historia de su país en jugar en la liga y su sonrisa de oreja a oreja lo reflejaba cuando subió al podio a saludar al comisionado David Stern.
En medio de juicios de valor por su nacionalidad e inmerso en etiquetas que lo tildaban de terrorista, Rony logró callar los estigmas y comenzó a sentar la pauta dentro de la cancha, haciéndose un hueco en la rotación del Heat e irrumpiendo progresivamente en la liga. Su agresividad y caradurez para desempeñarse en el rectángulo de juego enamoraron a los fanáticos y en cuestión de años se convirtió en el primer internacional de la historia en triunfar en la NBA.
En Miami se mantuvo desde 1988 hasta 1994. Luego jugó en Warriors, Magic y Nets, equipos en los que se mantuvo activo, aportando su grano de arena. Finalmente, el destino lo llevó de nuevo al Viejo Continente en 2000, en donde vistió los colores de Barcelona. Allí tuvo algunos buenos partidos y promedió 15.3 puntos y 8.0 rebotes, pero una pelea con Aito García Reneses, el entrenador de esa época, lo obligó a salir del equipo.
Nuevos horizontes
A pesar de su gran carrera en el básquet, Rony siempre tomó al deporte de la naranja como un trabajo. Su pasión era la música. En todas las ciudades en las que vivió durante su etapa como jugador tuvo un estudio musical, en donde practicaba y creaba temas de electrónica. Su verdadero amor era el Deep House, y sabía que tarde o temprano iba a poder demostrar lo que podía hacer en la disciplina.
Esto ocurrió luego de ese año en Barcelona. Desde ese momento, Rony se dedicó a su música y, tras su retiro, comenzó a desempeñarse como DJ. La gente otra vez no creyó en él, pero Seikaly demostró nuevamente lo contrario. Tocó en diferentes partes del mundo y poco a poco se hizo conocido. Junto con ello, también explotó otra de sus virtudes, los bienes inmobiliarios y actuamente posee una empresa que se dedica a eso.
Nada es imposible
Rony es una persona excepcional. Tiene muchas pasiones y amores. Su motor es vivir la vida, con la ilusión que lo movía desde que llegó a Estados Unidos con una valija y un millón de deseos. Para él no existen ni las incertidumbres ni las críticas. Es lo que desea ser, sin rampas ni oposiciones. Apostó al destino y ganó. Fue una estrella en el básquet, DJ y empresario. Todo sin dudarlo y sin titubear. Que su camino sea una enseñanza. El deseo todo lo puede, absolutamente todo.
Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14
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