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NBA

¡Felices 86 Bill Russell! La leyenda que fue mucho más que un jugador

17:56 12/02/2020 | Con los de Boston Celtics ganó 13 títulos. Pero también luchó por los derechos de las personas de color. Su legado vive hasta el día de hoy.

Russell junto a Auerbach (Foto: NBA)

Hablar de Boston Celtics es hablar de Bill Russell. Hablar de defensa es hablar de Bill Russell. Qué más...hablar de la NBA es hablar de Bill Russell. Ícono, personaje, ídolo, héroe y superpoderoso. Un mito que superó a la realidad, un muro de Berlín construido al otro lado del continente. Fue pasado, es presente y será futuro por los siglos de los siglos. Transformó al básquet cuando jugarlo era un privilegio y demostró que no sólo de ataques viven los hombres. Hizo historia, y todavía continúa haciéndolo. 

Bill nació un 12 de febrero de 1934, en Monroe, Lousiana, en medio de un país inmerso en la segregación y con problemas raciales de todo tipo. El sur se llevó la peor parte y la familia Russell lo sufrió durante mucho tiempo. A lo largo de su infancia, el pequeño Bill vio como sus padres eran humillados y tratados de manera despectiva por tener un color diferente de piel. Cansados, emigraron hacia California en busca de un futuro mejor, cuando Bill tenía apenas ocho años.

Allí permanecieron en paz hasta que llegó una noticia devastadora. La madre del pequeño Russell había muerto cuando él tenía 12 años. En consecuencia, el papá de Bill decidió dejar su trabajo como camionero y aceptó un puesto en una fábrica de acero para poder estar cerca de su hijo. 

La lucha no sólo estaba en la vida, sino también en la cancha, ya que Russell la pasó muy mal durante sus primeros años como jugador de básquet. Simplemente no entendía el juego y fue cortado del equipo cuando cursaba su primer año de secundaria. Luego, como shopmore, Bill casi fue finiquitado de nuevo, pero su entrenador, George Powles, vio en él un potencial atlético y lo ayudó a entrenar día tras día los fundamentos básicos, enseñandole que el trabajo duro es el único camino posible para lograr ser alguien en la vida.  

Al finalizar la secundaria su reputación como jugador de básquet no era la mejor y ninguna universidad le ofreció una beca. Todo cambió cuando Hal DeJulio se interesó por él y decidió llevarlo a la Universidad de San Francisco. Él tenía una debilidad por Bill y ya lo había visto en un partido. Sentía que tenía buenos instintos, especialmente en los últimos minutos de los partidos. Esa oferta universitaria lo era todo, pero no por la chance de pasar al siguiente nivel, sino por la tener la oportunidad de escapar de la sombra del racismo y la pobreza que azotó a su familia durante tanto tiempo. 

Al llegar a San Francisco Russell ya medía más de dos metros y la dupla con su nuevo compañero, K.C. Jones, tuvo impacto inmediato, liderando a la Universidad a 56 victorias consecutivas y dos títulos NCAA, en 1955 y 1956. A su vez, Bill fue elegido el jugador más sorprendente (Most Outstanding en inglés) en el primero de esos campeonatos. Lamentablemente, el éxito alcanzado dentro de la cancha no hizo desaparecer el desprecio que el pivote y los suyos sufrían por parte de los blancos, especialmente cuando viajaban a otras ciudades. Algunos hoteles se negaban a recibirlos o los obligaban a dormir en cuartos de limpieza o en los baños. 

El motivo principal por el que Russell había aceptado ir a la universidad era para dejar de recibir esa clase de tratos, pero nada de eso pasaba. Sin embargo, un día, él y sus compañeros dijeron basta, estaban seguros de que no podían continuar siendo tratados de esa forma y por ese motivo decidieron hacer una huelga durante un torneo que se disputó en Oklahoma City en 1954. Resulta que muchos hoteles de la ciudad se habían negado a aceptar a los jugadores negros del equipo, por lo que todo el plantel se reunió en un dormitorio de la universidad en la que disputarían los partidos y durmieron todos juntos en una misma pieza en forma de protesta. "Nunca me permití ser una víctima", reflexionó Bill un tiempo después, comentando también que esta clase de experiencias lo endurecieron y le construyeron un temple capaz de soportar cualquier situación adversa. 

Volviendo al básquet, Russell finalizó su periplo universitario con estratosféricos promedios de 20.7 puntos y 20.3 rebotes que le permitieron ser uno de los jugadores más codiciados del NBA Draft de 1956. El que más interesado estaba era el entrenador y gerente general de Boston Celtics, Red Auerbach. El dirigente había diseñado un equipo muy ofensivo con Bob Cousy, Bill Sharman y Ed Macauley, pero necesitaba un jugador que le de el salto defensivo que el conjunto necesitaba para ser más dominante que el resto. Ese activo era Bill, y Red haría lo que sea por conseguirlo, no se lo iba a escapar. 

Desde el primer partido, Bill Russell dio muestras de su preponderancia defensiva y de sus instintos por el juego, aquellos que había detectado Hall DeJulio cuando el pivote era tan sólo un adolescente. Su versatilidad era única y revolucionaria. Por ese entonces no había nadie capaz de defender en las cinco posiciones como él. Inteligencia, velocidad de pies, envergadura y agresividad, tenía el combo perfecto. 

Esa pieza defensiva que le faltaba a Red Auerbach completó un rompecabezas verde que se mantuvo desde 1956 hasta 1969. Con él, los de Boston ganaron 13 títulos y sólo perdieron una final, creando una dinastía a base de solidaridad y poder repartido. Sólidos atrás y eficientes adelante. Sin Russell nada hubiera sido posible. Sus compañeros sólo gritaban: "Bill defensa" cuando necesitaban una ayuda de su principal falange. Un grito lo solucionaba todo. Un esbozo de atención que les dio campeonatos, alegrías y la mayor dinastía de la historia. 

Pero el básquet terminó siendo sólo una pequeña parte de su rica historia. Durante toda su vida fue un ferviente activista que no permitió injusticias y que se transformó en la cara de las desigualdades y de la eliminación del racismo. Fue un hombre de acción, pero también de intelecto, una leyenda viviente que al verlo pasar todos deben ponerse de pie. Está ahí al lado de Rosa Parks, Martin Luther King, Muhammad Ali, Billie Jean King y Arthur Ashe. Es un legado. Un símbolo. 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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