Análisis

Argentina necesita completar su duelo

21:36 26/08/2022 | La selección perdió anoche ante Canadá, pero nuestro informe va más allá de este juego, que tuvo cosas positivas y negativas.

Superar el duelo de las partidos de Scola y Hernández es clave para el futuro

Todos los que nos quedamos hasta tarde anoche para ver a la Selección Argentina jugar en la lejana Victoria, en Canadá, nos terminamos yendo a dormir un tanto desesperanzados. Quizá injustificadamente desesperanzados, o no. Hoy por la mañana, repasando lo que pasó anoche, intentamos ver un poco en profundidad más el panorama, y no solamente contando el juego ante Canadá, sino todo el ciclo desde la elección de Néstor García como entrenador. 

Todo aquel que haya perdido a alguien cercano sabe que el duelo es algo muy personal y que cada uno lo transita de distinta manera. La Argentina basquetbolística está viviendo una situación como grupo que, en varias situaciones, se asemeja a un duelo. 

La salida de Scola después de Tokio 2021 no fue un hecho histórico más, y sería un error compararla con el efecto que tuvieron las de Manu Ginóbili y Chapu Nocioni en Río 2016. No se asemejaron en nada. Luis dejó vacío un espacio reservado para la Generación Dorada durante más de 20 años, que todos sabíamos que nadie iba a poder ocupar. Un vacío de liderazgo, de espalda, de experiencia, de exigencia, de juego y de personalidad. 

Pero la partida de Scola no se dio en circunstancias habituales. Por muchos motivos. Primero, porque su estadía se prolongó más de lo previsto, y no hubo un proceso de reemplazo de su liderazgo programado. Era reemplazar al dueño de una fábrica de un día para el otro, tras tres generaciones, esperanzo que todo siguiera funcionando igual. Imposible. Todos, de alguna manera, lo sabíamos, pero en algún punto nos hacíamos los distraidos. ¿Y si pasaba un milagro como en China 2019? A los argentinos nos gustan los milagros. Tokio nos empezó a demostrar que el milagro no iba a ocurrir. 

Pero la salida de Scola no fue lo único que pasó. También se fue Sergio Hernández, el CEO del equipo. El que sabía por dónde entrarle a cada uno, cómo levantarlo, cómo exigirlo, cómo llevarlo al límite. El que conocía de memoria qué iba a pasar en cada situación, con cada árbitro, en cada cancha, en cada aeropuerto. Esa experiencia que es un valor intangible que se mide más cuando no está. Y que el mismo Oveja vivió al revés cuando tuvo que reemplazar a Rubén Magnano en el 2005. Claro que con toda una hambrienta Generación Dorada atrás, en pleno estado de ebullición.

¿Algo más? Sí, algo importante. Cuando en el 2014 la selección se puso al frente de una envidiable movida para limpiar a la Confederación Argentina de toda la mugre que tenía adentro, de alguna manera se la apropió y vivió el proceso 2014-2019, con Federico Susbielles como presidente, como "oficialismo". De hecho, casi todos los referentes se pronunciaron públicamente a favor de Susbielles en las elecciones del 2019, donde terminó electo Fabián Borro, alguien que, empezando por Scola, muchos pusieron en la vereda de enfrente. 

Los Juegos de Tokio se dieron en este contexto: retirada de Scola prevista, llegada de Borro y muy probable último torneo de Hernández. Encima, deportivamente nos fue mal, como un presagio. Llegó entonces la nominación de Néstor García, un entrenador respetado por todos (incluso Scola), con amplia experiencia y un enorme deseo de dirigir al equipo argentino. Dentro de lo que era una inevitable situación compleja, no estaba nada mal. 

El tema es que el Che necesita sus tiempos para construir su propio proceso mientras los demás necesitan los suyos para duelar todo lo ocurrido. Y el mundo sigue girando, y los torneos se siguen jugando y los partidos se siguen disputando. Se duela compitiendo. De las mejores cosas que han pasado en el deporte argentino, una ha sido la confirmación de una forma de trabajar y comportarse en la Selección Argentina de básquetbol. Argentina gana y pierde preparándose con consciencia y comportándose con seriedad. Eso no se ha perdido en este cambio, pero sin Scola, la híperexigencia en ese ámbito tampoco está. 

Es como si sobrevolara permanentemente ese vacío que provocan las ausencias y los grandes cambios. Como que la alegría no termina de instalarse. Como que los problemas pesan más porque las soluciones son más difíciles. A nuestro juicio, es absolutamente normal, y todos nos tenemos que acostumbrar. Habrá partidos en los que nos enojaremos más que otros porque las cosas salen peor. Y habrá partidos en los que nos ilusionaremos (quizá de más), porque las cosas salgan mejor. 

La realidad es que en el 2021 hubo un punto final a una historia demasiado grande como para que no haya efectos grandes. No había muchas chances de que la transición pasara sin dejar huella. A todo lo hablado, sumémosle lo deportivo. Argentina está en una transición en la que deberá definir cómo va a jugar los próximos años, pasando de un sistema con un interno anotador y dominante como Scola, a uno donde difícilmente se generen puntos en la pintura. 

Se ha puesto mucha expectativa en Bolmaro, quizá demasiada para lo que el cordobés puede ofrecer hoy (que seguro será mucho mejor en el futuro), la presión está muy encima de Campazzo, la responsabilidad anotadora muy sobre Lapro y pareciera que luego viene Deck y no hay nada más. No es así. Argentina tiene jugadores que pueden sumar, y por eso están jugando en Europa. Todavía no terminaron de encontrar su lugar. Pero volvemos a lo mismo. Todo en medio de un proceso de duelo, pero en el que no todos participan, porque vivieron el proceso anterior de otra manera, o no lo vivieron. 

García tiene que pensar ahora en los partidos de esta Ventana, pero mucho también en los 4 que se vienen para cerrar la clasificatoria, porque en estos 4 no va a tener ni a Campazzo, ni a Lapro, ni a Deck ni a Bolmaro. O sea, a los que anoche, por ejemplo, anotaron 68 de los 87 puntos argentinos. Tampoco a Luca Vildoza, que no está ahora de todos modos. Seguramente hará todo el esfuerzo para traer a jugadores de afuera (Delía es imprescindible, Brussino también, Delfino, Vaulet, Garino y Vildoza suenan también irreemplazables), pero deberá armar una armada local que tendrá la enorme responsabilidad de asegurar la clasificación al Mundial. 

Todo, en medio del duelo, que se alarga y estira. Pero, como dijimos, cada uno lo maneja como puede. Y en eso no hay mucho para hacer. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

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