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Shaquille O'Neal no creció con mucho, pero eso es exactamente lo que lo ayudó a construir la personalidad por la que es recordado. Según el propio Shaq, esa transición comenzó con un regalo de Navidad que recibió de su padre. “El mejor regalo que me dio fue una pelota autografiada por Julius Erving. El Dr. J era mi ídolo”, dijo en una entrevista con Graham Bensinger.

“Un par de semanas después de eso, consiguió algunas entradas para los Knicks. Vi al Dr. J hacer que la multitud se vuelva loca. Fue entonces cuando dije: 'Está bien, eso es lo que quiero hacer'. Soy un hombre cambiado. A partir de ese día, me esforcé mejor en la escuela, no me metí en problemas. Quería eso, que la gente grite mi nombre", recordó O'Neal.

Las dificultades caracterizaron los primeros años de vida de O'Neal. Su familia tenía dificultades financieras ya que vivían en una parte dura de Newark donde la pobreza y la violencia eran comunes. Al principio, Shaq desarrolló una pasión por el deporte y lo utilizó como una forma de escapar de las dificultades de la vida cotidiana. Una navidad, su papá abrió la puerta de la casa y le mostró la pelota. Desde allí, Shaq supo dónde iba a girar su vida para conseguir lo que quería. 

Julius Erving fue el motivo de su gran carrera, en algún sentido. Incluso hasta el día de hoy, Shaq ha hablado sobre cuánto significa el Dr. J para él y cómo su legado continúa influyéndolo e inspirándolo. Pero todo comenzó con una pelota y un par de entradas para los New York Knicks que le regaló su padre cuando apenas podía pagarlas.