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Dean Smith es uno de los entrenadores más legendarios de la NCAA y en North Carolina University tuvo la oportunidad de dirigir a algunos de los mejores prospectos de la historia. Michael Jordan fue uno de ellos y cuando el escolta ya era profesional se paseó por el vestuario del equipo una noche cualquiera.

Resulta que, según contó el periodista Marc Stein, empezó a presentarse individualmente con cada uno de los integrantes del plantel hasta que se encontró con alguien que llamó su atención… y no en el buen sentido.

Antawn Jamison, Vince Carter… Los nombres eran contundentes, pero ninguno lo sorprendió como el último de la fila. “¿Cuál es tu nombre?”, dijo Jordan. “Makhtar N´Diayer”, respondió el joven, que le hizo una repregunta que causó el descontrol.

“¿Cuál es tu nombre?”, esbozó ilusamente Makhtar. ¿En serio? Lo que pasó después sí que no pudo ser contestado por nadie más que por Michael.

Primero el exjugador de los Bulls pensó que el interno de North Carolina simplemente no lo conocía. La situación se modificó cuando Jordan se estaba yendo y el chico le gritó que Hakeem Olajuwon era el mejor basquetbolistas de todos los tiempos.

Nada más que agregar. El 23 se fue enojadísimo. Pero, diez minutos después, volvió con ropa deportiva, le dijo a Dean Smith que arme un quinteto con sus cinco mejores jugadores y que le dé a él los cuatro peores.

El cinco veces campeón de la NBA compitió teniendo en su conjunto a tres walk-on (jugadores que suelen estar en los equipos universitarios sin becas deportivas) y destrozó a quien se le puso enfrente, dando una cátedra en la que dejó en claro que en su deporte no hay nadie como él.

Sin dudas, la historia pudo haber terminado ahí, pero le quedaba un capítulo más al cuento. Unos años después, N´Diayer y Jamison se encontraban intentando sin éxito entrar a un exclusivo boliche en Miami. Les decían a los patovicas que eran jugadores famosos, que no podían quedarse afuera y otras palabras encantadoras. No hubo chance.

Eventualmente Makhtar alza su mirada y detecta que Michael estaba saliendo a fumar un puro a la terraza del club. Anteojos, elegancia y calidad como en la cancha, no era otro más que el escolta de Brooklyn.

“¡Mike! ¡Mike! ¡Mike! ¿Podés hacernos entrar”, gritó el pibe.

Jordan lo miró y simplemente comentó: “Ah, ahora recordás mi nombre, África”...

Ignacio Miranda/ [email protected]
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