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NBA

La triste historia de Brandon Roy: una carrera que jamás empezó

15:27 06/03/2021 | Pudo haber sido una leyenda de la NBA. Desde antes de ingresar a la NCAA estuvo marcado por las tragedias. Luchó siempre, no lo consiguió nunca.

Roy en sus queridos Blazers (Foto: NBA)

La vida de Brandon Roy estuvo siempre marcada por distintas crisis, principalmente por lesiones, pero también por otros contratiempos. La historia de su carrera es trágica y dramática, y desde joven enfrentó una y otra vez los golpes de la vida. 

Desde problemas de aprendizaje hasta cirugías en sus rodillas y problemas crónicos, su carrera se vio constantemente afectada por fantasmas del pasado y el presente que lo atacaron sin siquiera dejarlo ser feliz con la naranja en sus manos. 

Su carrera nunca empezó y para conocerla hay que volver a los inicios. 23 de julio. 1984. Seattle, Washington, uno de los lugares más naranjas de todo Estados Unidos. Una pelota y un sueño que comenzó temprano. La African-American Academy le dio sus primeras armas, pero recién empezó a tomarse en serio el básquet en los circuitos de AAU. 

Poco a poco se dio cuenta de su talento y cuando tuvo la chance arrasó. En Garfield High School la rompió y todos en el estado de Washington sabían su apellido. Tal era su calidad que fue un early entrance en el Draft del 2002. ¡Iba a saltar de la secundaria a la NBA sin siquiera pensarlo! Nada pasó, lo reconsideró y decidió ingresar a la NCAA. Antes la vida lo golpearía en el primer round de la tragedia. 

El primer contratiempo
Brandon tenía problemas de aprendizaje y debió tomar cuatro veces el examen de aptitud (SAT en inglés) antes de ser aceptado en Washington University. Tan poca era la fe que se tenía en ese momento que, ante la duda, se puso a trabajar de limpiador de muelles en su Seattle natal, cobrando apenas 11 dólares la hora.   

Esa precocidad por irse a la NBA mostrada al final de la secundaria se disipó como una pastilla en un vaso de agua y se mantuvo los cuatro años en Washington University, especializándose Estudios Étnicos Americanos. 

En el tercer año, sin embargo, enfrentó un dilema. Un camino era presentarse al Draft, otro era hacerse dueño del equipo definitivamente ante la salida de Nate Robinson y Martell Webster, dos jugadores del plantel que sí estaban seguros de irse al sorteo de la NBA. Decidió quedarse, iba a ser un gigante.

Durante su último año universitario, Roy promedió 20.2 puntos por partido mientras lideraba a los Huskies a una temporada de 26-7 y una segunda aparición consecutiva en el Sweet Sixteen. Además, fue nombrado jugador Pac-10 del año y recibió honores All-American al final de la temporada, además de ser finalista de los premios Wooden, Naismith, Oscar Robertson y Adolph Rupp. 

Partida inminente
La NBA estaba cerca y en el Draft de 2006, con toda la experiencia que significan cuatro años de universidad, se presentó al sorteo. Portland ya lo conocía porque Roy había asistido a un campamento de Nate McMillan en la década de 1990, cuando el futuro entrenador de los Blazers todavía era jugador y defendía la piel de los SuperSonics.

Minnesota lo terminó eligiendo en el pick seis, pero su destino estaba en Portland marcado como un tatuaje. Traspaso mediante, en ese mismo instante los Blazers lo adquirieron en un traspaso que involucró también a Randy Foye. Curiosamente, Roy debutó con la blanca, roja y negra en su casa, ante los SuperSonics en Seattle. El inicio no podía ser más perfecto, era el preludio optimista de una oscurra carrera...

Como novato, un golpe en la rodilla mantuvo a Roy fuera de numerosos juegos. Solo participó en 57 partidos esa temporada, el segundo número más bajo para un ganador del Novato del Año. La próxima campaña, la 2007/08, Roy fue seleccionado como reserva para el NBA All-Star Game. Pero una semana antes del partido se lesionó el tobillo. Afortunadamente, el escolta se bancó el dolor y disputó el partido de estrellas. A pesar de eso, el infortuito en el tobillo afectó su juego a la larga y lo obligó a perderse lo que restaba de la 2007/08. 

Brandon Roy finalmente se recuperó y fue seleccionado para su segundo juego All-Star como reserva. Tal fue su relevancia que terminó la 2008/09 entre los candidatos a llevarse el premio al MVP de la temporada. Portland creía en él y Roy estaba destinado a ser una estrella de la liga y el futuro de la franquicia, por lo que firmó con Blazers una extensión de contrato hasta 2014. 

Pero el destino tenía otros planes y en el 2010 sufrió una leve rotura de menisco en la rodilla derecha. Roy se sometió a una cirugía y se esperaba que se perdiera los playoffs, pero regresó ocho días después para llevar a los Blazers a una victoria en el Juego 4 de la primera ronda, luchando contra viento y marea contra sus propios demonios internos y demostrando una personalidad determinante y guerrera.  

Tras eso, el cirujano que lo había acompañado durante toda su carrera le dio la peor noticia: en el mejor de los casos tenía uno o dos años más de carrera. Eso fue lapidario, era lo que ningún deportista quiere escuchar. Sus rodillas estaban pegadas hueso con hueso y no había cirugía posible para evitar que Brandon pueda jugar al básquet sin sentir dolor. ¿Sus opciones? Limitar sus entrenamientos a prácticamente ninguno, que salga del banco y no dispute más de 75 partidos y que en el futuro su estructura física mejore. 

Finalmente, antes del lockout del 2011 su cuerpo dijo basta y Brandon terminó retirándose de la NBA. Luego, intentó volver a retomar la actividad profesional tras someterse a un tratamiento de plasma, pero sus esfuerzos fueron en vano. También quiso volver en la 2012/13 de la mano de Timberwolves, pero no había manera de encontrar continuidad y jugar sin dolor.  

Un nuevo rumbo
Los caminos lo pusieron del otro lado eventualmente, convirtiéndose en entrenador en jefe de Nathan Hale High School en 2016. Su éxito no era solo en la cancha y en marzo de 2017 recibió el premio al Entrenador Nacional del Año de la Escuela Secundaria Naismith después de que su equipo lograra un récord perfecto de 29-0 durante la temporada regular. 

Luego, con la partida de Michael Porter Jr., Jontay Porter y P. J. Fuller, Roy fue nombrado entrenador en jefe del equipo de básquet masculino de Garfield High School en mayo de 2017 y continuó aportando su conocimiento y experiencia. 

La razón de ese traslado fue parte de su camino hacia la adversidad, como si fuera un imán que atrae a las desgracias. El 29 de abril de ese 2017, unos meses antes de mudarse a su nuevo equipo, recibió un disparo mientras se encontraba visitando a su abuela en Compton, California. Esta vez había sido por su accionar, y quiso salvar a un grupo de niños que estaban en el lugar.

"Fue una locura mirar mi pierna y ver agujeros. No lo podía creer. Por mucho que amo a Garfield, pensé que era genial comenzar algo en Nathan Hale y crecer. Pero luego me dispararon, hubo muchos cambios y una charla con mi abuela me hizo decidir que Garfield era la opción principal", contó en una entrevista con el Seattle Times en noviembre de 2017.

Leyenda
Sin dudas, Brandon Roy fue uno de los grandes "qué hubiera pasado sí" de la NBA y del básquet. Tenía un talento que le permitía controlar por completo lo que pasaba en el partido, pero físicamente no podía domar a su cuerpo. 

La naranja lo recuerda y los fanáticos lo honran en cada ocasión posible. Es y será leyenda, por donde se lo mire.  

Su carrera quizás nunca empezó, su luz jamás se apagó. Su recuerdo para siempre se quedó. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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