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Unos días después de que los Bulls fueran eliminados en las Finales de la Conferencia Este de 1989, Michael Jordan decidió conducir hasta su ciudad natal en Carolina del Norte. En el camino, pasó por Lexington, en Kentucky, y lo hizo sin tener en cuenta el límite de velocidad.

Según las declaraciones posteriores de un oficial, Jordan iba a 30 kilómetros más rápido que la velocidad permitida. Finalmente, MJ fue detenido y el policía encargado le emitió dos citaciones. Uno por exceso de velocidad y el otro por conducir sin licencia. A pesar de ser una de las personas más famosas del mundo en este momento, Jordan no trató de hablar para salir de las entradas. De hecho, el oficial que lo detuvo lo describió como“un absoluto caballero”.

Luego, el oficial le explicó a Jordan cómo manejar las citaciones y lo dejó seguir por su camino. Ese debería haber sido el final de la historia, excepto que Jordan cometió un pequeño error: se olvidó de pagar las multas en la fecha designada. Un mes después, un juez emitió una orden de arresto contra Jordan. Naturalmente, esta fue una gran noticia, incluso si fue solo por dos infracciones menores.

Sin embargo, una vez que apareció en las noticias, Jordan no perdió el tiempo saldando sus deudas. Según su abogado, Mike inmediatamente transfirió el dinero para pagar la multa y pidió una semana de aplazamiento, luego envió una copia de su licencia a los juzgados. Aún así, podría decirse que Michael Jordan fue un fugitivo de la ley durante una semana.