Nicolás Romano, radiografía de un ganador que no para de crecer
17:13 31/10/2021 | El interno de Instituto fue dando pasos agigantados temporada a temporada. Se encuentra en la cúspide, pero tuvo que mejorar muchísimo.
No sé si es importante pero nunca es demasiado tarde… para ser quien queremos ser. No hay límites de tiempo. Podés empezar cuando quieras. Podés cambiar o seguir siendo el mismo. No hay regla para tal cosa. Podemos hacer o echar a perder todo. Espero que hagas lo mejor, querida. Espero que veas cosas que te asombren. Espero que sientas cosas que nunca sentiste antes. Espero que conozcas gente con un punto de vista diferente. Espero que vivas una vida de la que estés orgullosa. Y si encuentras que no…espero que tengas la fuerza para empezar de nuevo.
La carta de Benjamin Button a su hija. Nunca es tarde para modificar algo, tomar un sendero distinto y empezar de nuevo. Lo entendió a la perfección Nicolás Romano y sus títulos solo reflejan la superficie de un trabajo invisible al que se entregó en cuerpo y alma para desafiarse a sí mismo y consolidarse en el intento.
El olimpo de la Liga Nacional lo espera y en los últimos años se transformó en, quizás, el mejor cuatro de la actualidad en la competencia. Capacidad para lastimar de tres puntos, movimiento de pies y fortaleza del tronco inferior y superior para aniquilar en el poste bajo/medio, generación para sus compañeros y defensa vocal e intensa para endurecer cualquier barco, nada queda fuera de su alcance.
El MVP del Súper 20 y último campeón de Instituto en el torneo, y con San Lorenzo en la Liga Nacional 2020/21, justifica su reputación partido a partido y al evaluar su salto de calidad es imposible que alguien no se impresione. Paulatinamente en su carrera fue asumiendo roles más preponderantes… y también lo hizo en los cierres, cuando su madurez habla por él.
En el primer torneo de esta temporada fue el jugador más eficiente de todos (21,8), el sexto máximo anotador de la competencia (16,4 puntos por partido) y el que más triples anotó de promedio para Instituto (2,2).
De todo y todo bien. Aunque al pararse en la cúspide, para valorarlo, hay que destacar su progreso. Y en el tiro de tres reside, en su mayoría, el mismo.
28,9%.
Ese había sido su promedio en triples durante la temporada 2013/14 en Regatas.
39,7%.
La media que arrojó desde la tercera dimensión en el Súper 20.
Crecimiento superlativo a partir de una mecánica que cambió sin perder estilo, enderezando la salida al subir las manos para tomar el lanzamiento y evitando quebrar tanto la muñeca al soltar el balón.
Esa arma le permitió que gradualmente se le vayan abriendo otros espacios, en un básquet en el que los grandes, especialmente los alas como él, deben contar con la capacidad de lanzar de tres. Su relevancia en el poste bajo/medio continúa siendo la misma, aunque ya no sufre como antes al atacar la llave con el balón en el piso. Todo fluye. Todo.
Si el lanzamiento de tres explica su desarrollo, la habilidad para resolver de forma más eficiente las defensas lo avala. Por ejemplo, si se tienen en cuenta las estadísticas de Sports Analytics World, su puntaje ofensivo en la campaña 2019/20 con Instituto había sido de apenas un percentil de 56, que se elevó rotúndamente en la 2020/21 con San Lorenzo (86) y terminó en un alzamiento de la copa de la Liga Nacional.
Crecer es algo muy curioso. Llega sin avisar.
Y de su defensa hay que conversar. Brazos inquietos, coberturas sólidas, control cuando el atacante está de espaldas y velocidad de pies cuando se encuentra de frente. Ayudas, balance, cerco reboteador en ambos costados, sin puntos débiles atrás.
Su liderazgo también se ve en ese sector y frecuentemente busca ordenar a sus compañeros desde la pintura, a la vez que no le cuestan los cambios de marca y en el sistema de presión defensiva de Lucas Victoria cuaja como la llave en la puerta de una casa.
Su percentil de 85 en la marca cuando estaba en Instituto en la 2019/20 se elevó a 93 en la temporada anterior con San Lorenzo y se mantuvo igual en su segundo paso por la Gloria que finiquitó, de momento, entre llantos de descarga, felicidad y, especialmente, alivio.
“Yo aporté mi granito de arena. Todos lo hicieron. No solo los 12. Silvio, el utilero, nos da todo para que nosotros estemos al 100%, el club hace todo para que uno se enfoque solo en jugar, mi mujer, mis hijos… Todos los que se tienen que amoldar a un jugador profesional. Hay mucho trabajo invisible que la gente no sabe. Nosotros venimos y ponemos el cuerpo, pero no somos solo nosotros”, le dijo a Básquet Plus luego del choque de ayer y cuanta razón tiene.
Nicolás Romano, con 34 años, le demuestra a la gente que, como Button, jamás es demasiado tarde (o temprano) para cambiar. Sean como él y nunca dejen de intentar que algún día se les dará lo de triunfar.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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