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No es una crítica, sino más bien una observación con respecto al momento que está viviendo Facundo Campazzo en la transición del mundo NBA al FIBA. No debe ser fácil modificar la carcasa en tan pocos meses, con muchos partidos en la última temporada e intentando mantener a todos activos e involucrados como lo consiguió con eficiencia hace dos años en China.

Poniendo eso de lado,  y con el respeto que alguien como él emana, pareciera ser que por momentos continúa ocupando el mismo rol que en los Nuggets durante la 2020/21, llegando rápido a las esquinas o buscando con mayor frecuencia su lanzamiento exterior en vez de buscar dominar en el pick and roll o en los ataques frontales, en situaciones que históricamente siempre supo sobresalir.

Un ejemplo que surge a la hora de analizar ese cambio de paradigma es el de Fabricio Oberto en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. El de Las Varillas llegó al seleccionado argentino tras haber sido campeón de la NBA con los Spurs un año antes, con un rol divergente entre lo que aportaba con Gregg Popovich y lo que le pedían en su país.

Ofensivamente el pivote fue uno de los mejores de su época en Europa, con medias de 13,5 puntos con el Pamesa Valencia en la temporada 2004/05, su última antes de irse a San Antonio, en donde promedió siempre menos de cinco tantos por partido durante las cuatro campañas que estuvo en la franquicia, dedicándose más al trabajo sucio que iba desde poner cortinas a tomar rebotes y facilitar la circulación del balón.

Ese caso pareciera ocurrir con el cordobés, quien, hasta la lesión de Jamal Murray, cumplió en los Nuggets la función de tirador y defensor de la primera línea ante diferentes guardias rivales. Con el correr de los partidos, el exbase de Real Madrid fue ganándose su lugar y volvió a ser el del mundo FIBA, pero en el final de la temporada, en playoffs, sucedió lo del principio paulatinamente y podría ser una explicación del momento actual.

¿Las razones? Pueden encontrarse al hacer un balance entre la cantidad de triples lanzados, la eficiencia de los mismos y las asistencias repartidas a sus compañeros, tomando (con pinzas) los tres amistosos ante Australia, Nigeria y Estados Unidos, y el juego frente a Eslovenia.

Facundo supo ser uno de los mejores bases de Europa durante sus últimos años en el Real Madrid y en China 2019 controló las riendas del seleccionado argentino como un jinete al subirse a su caballo, despidiéndose del torneo como el tercer máximo asistidor en promedio con 7,8 entregas por partido.

El balón era suyo y en aquel torneo supo cómo alimentar a un equipo que en el goleo no dependió de él al extremo. Según las estadísticas de Real GM, nadie anotó siquiera el 30% del total del equipo, con Scola siendo el máximo anotador acaparando el 27% (17,9 puntos por juego), ubicándose segundo Gabriel Deck con 21% (13,9), finalmente Campazzo cerrando el podio con 16% (13,2) y Laprovittola y Garino en el quinto y sexto puesto con 15% (10,0) y 12% (8,1) respectivamente.

En ese sentido también se posicionó su instinto para seleccionar los tiros en el Mundial, con frontalidad para los contragolpes o las penetraciones en juego estacionado, la visión para alimentar al resto y un sentido total de lo que pasa y lo que pasará en la cancha, sin abusar del tiro de tres como en estos últimos cuatro encuentros con medias de 2,2 conversiones en 5,5 intentos, a un sublime 39,1%.

Algo distinto, como se agregó anteriormente, viene dándose en los amistosos y en Tokio contra los europeos. Solo ante Australia se mostró balanceado, con 2/4 en triples y cinco asistencias, y sufrió frente a Nigeria (0/4 y cuatro), Estados Unidos (2/9 y dos) y Eslovenia (3/10 y cuatro).

Los triples, la cantidad de guardias portadores de balón creciente y un ajuste que seguramente lleve tiempo, y no debe ser fácil, son los caminos que mantienen a Campazzo en una encrucijada y es muy probable que su talento lo guie a descubrir la salida, como siempre supo hacer a lo largo de su carrera cuando muchos decían lo contrario.

Esto recién empieza y Argentina tiene con qué luchar frente al resto de las potencias. Lo demostró en China y podría volverlo a conseguir en Tokio. Solo hay que confiar, no queda otra que batallar hasta el final. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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